Aunque suene a perogrullada, seguramente estaremos de acuerdo en que todo viaje tiene una duración determinada. Más que nada porque pocos son los afortunados que puedan permitirse lo contrario.
Por eso mismo y mal que nos pese, la inmensa mayoría estaremos sujetos a la tiranía de un número limitado de días para llevar a cabo el viaje soñado. Y a ellos deberemos adaptarnos.
A estas alturas de la planificación de nuestro viaje, ya habremos decidido dónde ir y también tendremos ya una idea bastante ajustada de lo qué nos apetecerá ver y hacer, gracias a la “lista de apetencias” que habremos hecho y depurado. También habremos recopilado la información necesaria para llevar a cabo el viaje y habremos tomado en consideración todos los factores expuestos en “Ten muy en cuenta...” y en “No te olvides de...”
Así pues, gracias a haber prestado atención a todas las cuestiones y factores que puedan afectar a nuestro viaje, estructuraremos cada uno de los días en etapas, como si de una vuelta ciclista se tratara.
las etapas del viaje pueden clasificarse por tipo de ACTIVIDAD y por DURACIÓN DE TRAYECTO, cada cual con sus respectivas características.
Cada tipo de etapa tiene unas exigencias propias en tiempo y esfuerzo. Organizarlas adecuadamente será fundamental para el éxito de nuestro viaje.
Además de conocer y tener claros los tipos de etapa a realizar, muchos y variados son los factores a tener en cuenta a la hora de decidir entre qué puntos habrá de realizarse la etapa, la duración de la misma, etc.
Insistamos en que el tipo de vehículo; el tipo de vía por la que circularemos; las paradas y visitas en ruta; las autopistas de peaje o rutas alternativas las limitaciones de velocidad; los gustos personales y otros muchos condicionantes más serán cuestiones a tener muy presentes si queremos afinar al organizar las etapas de nuestro viaje. En “Ten muy en cuenta”, del menú principal, encontraréis esos factores ampliamente explicados.
Pero por ahora, aprendamos más de cómo preparar las etapas pinchando en “La etapa paso a paso” y en “Clases de etapas”, en esta misma sección.
Las 10 reglas de oro de un buen diseño del itinerario/etapas
Aunque en “El viaje, paso a paso” ya se ha tratado este asunto, no está de más insistir nuevamente en ello, ahora con un enfoque más centrado en la preparación de las etapas. Veamos, pues, las 10 reglas de oro del buen "etapista"...
Las 10 reglas de oro
de las etapas del viaje:
1. Preparar bien cada etapa es garantizar el éxito de nuestro viaje, pues nos permitirá aprovechar nuestro tiempo y dinero, recursos siempre escasos, de la mejor forma posible.
2. Preparar bien cada etapa requiere haber reunido previamente toda la información disponible sobre nuestro destino. Si desconocemos qué se puede ver o hacer en una ciudad o lugar, estaremos pasando por alto muchas y buenas oportunidades. Lo mismo vale para los desplazamientos. Si no elegimos la ruta que mejor se adapte a nuestras necesidades, seguramente estaremos desperdiciando tiempo y dinero en forma de peajes y combustible.
3. Preparar bien cada etapa requiere hacer un listado con todas las cosas que nos gustaría ver y hacer. De esa manera no nos dejaremos nada en el tintero y, según el tiempo y el dinero de que dispongamos, podremos decidir qué cosas haremos y qué no.
4. Preparar bien cada etapa requiere haber tenido en cuenta tanto el “ritmo” que queramos imprimir a nuestro viaje, como los gustos y apetencias de todos los “miembros del equipo”. No a todo el mundo le gustan los madrugones; no a todo el mundo le gusta hacer muchas horas de coche; no a todo el mundo le gusta pasarse el día de museos o tumbados al sol; no a todo el mundo le gusta...
5. Preparar bien cada etapa es como resolver un rompecabezas, encajando cuidadosamente “cada pieza en su lugar” para que el resultado sea óptimo: desplazamientos, horarios, visitas, alojamiento, tiempos muertos, etc.; para ello nos vendrá muy bien conocer bien cada tipo o clase de etapa.
6. Preparar bien cada etapa requiere hacerlo con tiempo suficiente. Pocas veces el primer intento de “encaje de piezas” será el definitivo. Si nos tomamos el tiempo necesario, podremos ir “puliendo” poco a poco nuestro plan de viaje hasta dejarlo a nuestro gusto. Y no digamos si hemos de realizar alguna reserva anticipada, porque entonces el plazo de tiempo puede ser determinante.
7. Preparar bien cada etapa requiere haber realizado previamente un presupuesto de los costes del viaje. La crisis achucha y no siempre los fondos disponibles para las vacaciones nos permitirán ir a determinados destinos o hacer ciertas cosas. Gracias a la “lista de apetencias” que hayamos hecho y viendo lo que nos puede costar hacerlas, podremos hacernos una idea bastante real de si nuestros deseos son factibles o no.
8. Preparar bien cada etapa, paradójicamente, requiere flexibilidad. Por supuesto que nos conviene tener claro el plan a seguir, pero también nos vendrá muy bien tener previstas otras alternativas para cuando los planes iniciales se tuerzan. El ejemplo clásico de tales situaciones son aquellas actividades que dependen de determinadas condiciones meteorológicas: montañismo, visitas al aire libre, etc. Si el mal tiempo no permite hacerlas, entonces nos vendrá de perlas tener preparado un “Plan B” para aprovechar nuestro siempre escaso tiempo libre en otras cosas hasta que el mal tiempo amaine.
9. Preparar bien cada etapa agradecerá llevar una “hoja de ruta” durante el viaje. En ella anotaremos todas las vicisitudes: kilometraje, tiempos, costes, informaciones, horarios, curiosidades, etc.; Lo que no se escribe, se acaba olvidando. Esta información será utilísima tanto para saber qué tenemos pensado para el día en cuestión como para anotar datos y curiosidades.
10. Y finalmente, si gracias a haber seguido estos pasos, hemos acertado en la preparación de nuestro viaje, la experiencia nos será de gran utilidad para ir preparando el siguiente... ¡Buen viaje!.
Clases de Etapas
Las etapas de un viaje pueden clasificarse por tipo de ACTIVIDAD y por DURACIÓN DE TRAYECTO, cada cual con sus respectivas características:
1. Por tipo de ACTIVIDAD:
1.1. - de DESPLAZAMIENTO
1.2. – TURÍSTICA o de ESTANCIA
1.3. - MIXTA
2. Por DURACIÓN DEL TRAYECTO:
2.1 - CORTA
2.2 - INTERMEDIA
2.3 - LARGA
1 – ETAPAS POR TIPO DE “ACTIVIDAD”
Las etapas de un viaje por tipo de actividad serán de “desplazamiento” cuanto la mayoría de la jornada la dediquemos a trasladarnos de un lugar a otro.
“Turística o de estancia” cuando el día lo dediquemos al turismo, ocio o deporte. En ese caso deberemos considerar también el tiempo necesario para realizar los pequeños desplazamientos del día.
Por último, hablaremos de “etapa mixta” si viajamos por la mañana y hacemos turismo por la tarde o viceversa. O también cuando hagamos una visita turística en ruta.
2 – ETAPAS POR “DURACIÓN DEL TRAYECTO”
Las etapas por “duración del trayecto” podríamos clasificarlas en CORTAS, MEDIAS Y LARGAS, en función del kilometraje a recorrer o el tiempo empleado en ello. Las indicaciones que expongo son las previstas para CIRCULAR CON CARAVANA. Evidentemente quienes viajéis en coche, en autocaravana o con carro tienda deberéis tenerlo en cuenta.
“Etapa CORTA”, si la distancia a recorrer es inferior a 200 km. o hasta 3 horas de duración, sin contar el tiempo de las paradas. Es decir, un trayecto realizable, como mucho, sólo en parte de la mañana o tarde, madrugando por supuesto, lo que nos permitirá un aprovechamiento muy bueno del resto de la jornada para otras actividades.
“Etapa MEDIA”, cuando el recorrido es superior a 200 km e inferior a 400-450 km o hasta 5 – 5,30 h. de duración, sin paradas.
Estas distancias pueden ser cubiertas en una mañana o en una tarde sin demasiados problemas, lo que permite aprovechar el medio día libre en otros menesteres, pudiendo comer, si nos apetece, en el camping; bien a la llegada bien antes de salir. También ahorran grandes madrugones y posibilitan llegar al camping a horas “normales”, tanto al mediodía como por la tarde-noche. Claro que si nos encontramos en Alemania o en países centro-europeos y queremos llegar a comer al camping nos conviene tener en cuenta el típico “Mittagruhe”. (Para saber más sobre el “Mittagruhe”, pincha en “Peculiaridades germánicas”, en el menú principal).
“Etapa LARGA”, cuando la distancia abarca desde los 450 km. hasta “lo que el cuerpo aguante”, incluso llegando a los 1.000 km o más.
La principal ventaja de plantearse “un día de coche” es que se avanza mucho terreno de golpe a cambio de asumir estar sentados en el vehículo un montón de horas, parando a estirar las piernas, a repostar o visitando “al Sr. Roca” cada vez que se tercie.
Lo reconozco, me gustan las etapas de más de 800 km. por su aprovechamiento del tiempo cuando se trata de avanzar. Aunque admito también que estas etapas pueden hacerse bastante pesadas. Y si vamos con niños pequeños la cosa se complica aún más, pero también es verdad que uno termina acostumbrándose a esas “etapas maratonianas” y se lleva bien. Las ventajas compensan. Durante años hemos realizado etapas de 14-15 horas de duración o incluso más, pero no es menos cierto que cada vez más procuramos que, al diseñarlas, las etapas de viaje no superen los 700-800 km. si es posible.
Ese planteamiento de etapa muy larga es especialmente válido cuando el destino final se encuentra a más de 2.000 km de casa y tenemos intención de pasar el mayor tiempo posible en el país de destino. En tal caso interesa hacer el trayecto de ida lo más velozmente posible. Dinamarca, Austria o el norte de Alemania son buenos ejemplos para ponerla en práctica.
En esos casos procuramos “insertar” un día de “descanso” entre dos o más jornadas maratonianas de coche. Así el viaje se hace más llevadero y nos permite “desconectar de la carretera”, descansando o visitando ciudades y lugares por el camino.
La etapa más larga que jamás hayamos hecho con la caravana fue de 1.300 km en un mismo día; la distancia existente entre el norte de París y Valladolid. Una locura que no creo que repitamos. Salimos a las 7 de la mañana del área de autopista de Vemars y llegamos a casa a la 1 de la madrugada, tras apurar al máximo la estancia en Holanda durante la semana santa de 2001 (Ver relato del viaje).
Tras muchos viajes cruzando Francia solemos hacer, a la ida, las etapas más largas, aprovechando tanto el estar “más frescos” como el hecho de que ya muchos puntos intermedios están vistos y requevistos. En cualquier caso recordad al preparar vuestras etapas en ruta que hay, de camino, muchos y muy buenos lugares en Francia que están esperando una visita.
De regreso, en cambio, procuramos hacer más días de descanso “intermedios”, cuando el cansancio acumulado ya achucha. Afortunadamente entre 600 y 800 km. de casa hay multitud de lugares interesantes para hacer una parada: el Perigord, los alrededores de Burdeos, Cognac, La Rochelle, Angoulême, etc; de esa manera logramos que la última etapa del viaje tenga la distancia conveniente para llegar a casa a media tarde o al anochecer.
Un caso especial. Si la distancia a recorrer no alcanza los 550-600 km. en ocasiones quizás podamos plantearnos alguna que otra visita turística en ruta, lo que nos hará el viaje más ameno y atractivo.
No obstante cabe decir que esa es la distancia problemática por antonomasia. Lo bastante larga como para ser cubierta en sólo una mañana, pero también lo suficientemente corta como para sentirnos “tentados” a aprovechar parte del día en visitas a cambio de ir un poco “apretados” de tiempo si los horarios del lugar a visitar o de llegada al camping así lo precisa.
Por ejemplo, en el Reino Unido a las 17 h. suelen cerrar la gran mayoría de monumentos y los comercios, como mucho, estarán abiertos hasta las 18 h. exceptuando Londres, claro. En tal caso, si no madrugamos, estaremos perdidos.
En otros países europeos quizás dispongamos de una hora más de margen, pero en cualquier caso hay que informarse bien de los horarios de apertura de los lugares a visitar antes de salir, pues nada hay más frustrante que, después del madrugón y el esfuerzo, acabar encontrándonos el cartelito de “cerrado”.
Recuerdo que, en diciembre 2005, salimos de Gante (Bélgica) a las ocho de la mañana e hicimos una parada en ruta en Tournay, ciudad belga situada a unos 150 km. de distancia, a fin de disfrutar del último “mercadillo navideño” del viaje. En el camping de la ciudad, cosa rara, no nos permitieron dejar por unas horas las caravanas y nos mandaron a un gran aparcamiento al aire libre muy cerca del centro histórico. Tras pasear la ciudad –muy bonita- y comer en el mercadillo, nos pusimos en carretera hasta pernoctar en un área de autopista cercana a Limoges (Francia), tras casi otros 700 km. de trayecto. De esa manera pudimos “exprimir” la jornada, tanto turísticamente como en kilometraje.
OJO TAMBIÉN A LOS CAMBIOS DE CAMPING AL PREPARAR LAS ETAPAS. Nos interesa tener muy presente que los cambios de camping son una fuente importante de “consumo de tiempo” y que, siempre que el recorrido lo permita, puede venirnos bien evitar cambiar de “base” lo menos posible. No obstante, si no queda otro remedio, al plantear la etapa deberemos prever el tiempo necesario para la localización del camping (aunque ahora con los GPS la cosa sea mucho más fácil); el registro en recepción; la elección de parcela y la instalación.
Por si sirve de orientación diremos que nosotros normalmente solemos prever entre 45 minutos y una hora para tales menesteres, desde la llegada al camping hasta estar en disposición de salir “de visita”. Obviamente si hay prisa por salir, bastará con desenganchar la caravana y asunto resuelto.
Por último y aunque sea de perogrullo, no quisiera dejar de comentar lo conveniente que es parar cada 2-3 horas a estirar piernas, aliviar vejigas, refrescarse, comer y mil cosas más. La seguridad y el bienestar del pasaje lo agradecerá.
Aunque cada “maestrillo tiene su librillo” y lo que vale para uno no vale para otros, por si a alguien le resulte útil saberlo, solemos tardar entre 15 y 30 minutos en un “repostaje + WC” y sobre unos 50 minutos si la parada es para comer o cenar. La precisión de los 50 minutos puede resultar chocante, pero es el tiempo que venimos a tardar de manera habitual. ¡Qué cosas!.
A la hora de las paradas en ruta, las áreas de autopista francesas son de lo mejor de Europa. Un librito muy útil para planificar paradas o donde dormir y que puede adquirirse con facilidad en bastantes áreas del país vecino, es el “Atlas Autoroutière” de las autopistas francesas editado por Michelín. En él se detallan todas las áreas de servicio y de descanso de la red de autopistas y autovías de Francia, –con todos los servicios que ofrecen- amén de otras informaciones como precios de los peajes, etc.
Finalmente y a modo de resumen hay que recalcar que EL QUID DE LA CUESTIÓN ES APROVECHAR LO MEJOR POSIBLE EL TIEMPO DURANTE LAS ETAPAS CON DESPLAZAMIENTO. Nuestro viaje lo agradecerá... ¡y nosotros también!.
El Tipo de Vehículo: su influencia en las etapas del viaje
Nada mejor que un camping para encontrar todos los tipos de vehículo.
A la hora de plantearnos la duración y distribución de los desplazamientos, así como las visitas turísticas en cada etapa, hemos de tener muy en cuenta las características, posibilidades y limitaciones de nuestro vehículo.
Está claro que un turismo circula a mayor ritmo que una autocaravana. Y ésta, a su vez, lo hará más deprisa que un coche con caravana. Es evidente que, según el tipo de vehículo que usemos, los desplazamientos –a igualdad de kilometraje- tendrán diferentes duraciones. Eso es lo fundamental.
En consecuencia, una etapa de “viaje o desplazamiento” no cundirá de la misma forma para un coche que para una caravana. Quien viaje de hotel o de tienda de campaña en su turismo podrá hacer muchos más kilómetros en un mismo período de tiempo que los que viajamos con “el caracol” detrás.
Dicho de otro modo, el coche llegará antes a destino y sus pasajeros dispondrán de más tiempo aprovechable para otras actividades que aquellos que viajamos normalmente a un ritmo más lento.
Esta cuestión puede parecer de perogrullo, pero -dejando aparte que cada cual habrá de calcular su ritmo de circulación para distribuir correctamente los recorridos hasta su lugar de destino final, aprovechando lo mejor posible el tiempo de viaje- el asunto se vuelve extremadamente importante si viajamos con familiares y amigos que conducen vehículos diferentes al nuestro.
No es raro que caravanas y autocaravanas viajen juntas. Como tampoco lo es que se les añada algún que otro coche cuyos ocupantes pernocten en tienda de campaña, porque a fin de cuentas lo que verdaderamente importa es el gusto por el campismo. No obstante quien lo haya vivido en primera persona ya sabrá por experiencia que en esos casos sólo caben dos opciones para hacer la ruta: o “todos a una como Fuenteovejuna” o “cada cual a su rollo”. La elección de una u otra alternativa es cosa de cada cual, pero es evidente que el “ir juntos” impone la necesidad de que los más rápidos se adapten al ritmo de los más lentos. Un asunto muy a tener en cuenta para el buen desarrollo del viaje en común.
Una variante de lo anterior ocurre cuando algunos de los ocupantes del mismo vehículo “se alojan” en tienda de campaña o en bungalow y no en la caravana cuando ésta no disponga de capacidad suficiente para todos los pasajeros del coche, por ejemplo.
En tal caso el caravanista habrá de adaptarse a la situación, evitando, por ejemplo, la pernocta en áreas de autopista durante los largos desplazamientos. La consecuencia inmediata de un caso así es que el tiempo de viaje de la etapa se acorta drásticamente al estar obligados a llegar a un camping antes de su hora de cierre, lo que en Francia, sin ir más lejos, supondrá en la mayoría de los casos hacerlo a horas bastante tempranas, alargando así la duración total del trayecto hasta el destino final.
Cuando nos enfrentamos a este tipo de situaciones, lo que solemos hacer es buscar un camping en la zona en la que calculemos encontrarnos a media tarde y preguntar –por e-mail o telefónicamente- la hora límite para poder acampar. A partir de la información obtenida, decidimos si ese camping nos vale o no. Y si es que no, pues a buscar de nuevo hasta encontrar uno que se adapte a lo que queremos.
Y cambiando de tercio, veamos con un poco más de detalle los condicionantes “de ritmo de marcha” de cada tipo de vehículo :
La caravana o el carro-tienda: Lógicamente el ritmo de viaje con un remolque a cuestas es muy inferior al de un turismo solo y dependerá, entre otras cosas, tanto de la capacidad del vehículo tractor para tirar de la caravana, como del tipo de vía y de la fluidez del tráfico, pues fuera de autovías, como bien sabemos, adelantar con seguridad es bastante complicado, lo que reduce drásticamente el promedio de marcha. El carro-tienda o las caravanas ligeras con MMA inferior a 750 kg., aunque también sometidas a limitaciones legales de velocidad, - 90 km/h vs. los 80 km/h de límite en autopistas y autovías en España para las caravanas de mayor MMA - lógicamente obtendrán mejores promedios que una caravana “standard” porque su andar será, con seguridad, bastante más liviano y sus posibilidades de adelantamiento, claramente superiores, especialmente en el caso del carro-tienda. Aunque a la hora de la verdad las diferencias en tiempo tampoco serán demasiado sustanciales, a veces media hora de diferencia será suficiente para poder llevar a cabo o no determinados planes.
La autocaravana: Dado que su movilidad y ritmo de marcha es superior al de las caravanas y los límites de velocidad aplicables también son mayores, los promedios reales obtenidos en circulación lógicamente serán más altos, lo que, en determinadas ocasiones, tendrán más posibilidades de hacer más cosas en el mismo día. En cualquier caso lo importante para la planificación de las etapas es “conocer” lo mejor posible el promedio rutero que cada cual suela o pueda obtener.
El coche: Nada nuevo que añadir que todos no sepamos ya en cuestiones de “rapidez”. No hay color respecto a los anteriores. En los largos trayectos, aquellos que practiquen el campismo en tienda de campaña, viajarán muchísimo más rápidos, eso seguro. A cambio dormirán un poco peor que los demás, pero no se puede tener todo. Y la mayoría tampoco dispondrán de la facilidad de pernoctar en áreas de autopista, salvo utilización de las tiendas “de techo”, claro. Esa imposibilidad de acampar en áreas de autopista obligará bien a acudir a un camping –con las limitaciones de horario inherentes- bien a recurrir a la hostelería tradicional para la pernocta en los largos desplazamientos. En cualquier caso, esa salvedad convendrá tenerla contemplada de antemano, evitando –si no se quiere perder el tiempo- “tener que ir a la caza y captura de un lugar donde dormir” porque no se ha previsto.
Por otra parte, ante la posibilidad de realizar alguna visita turística en ruta, está claro que, en función del vehículo que tengamos entre manos, la cuestión será más o menos fácil de llevar a la práctica.
Mientras que un turismo no tendrá ninguna dificultad para aparcar o llegar donde haga falta, no ocurre lo mismo con las autocaravanas o las caravanas, aunque las primeras lo tengan bastante más fácil. Quizás la cuestión del aparcamiento sea el principal obstáculo que puedan encontrarse, tanto por espacio como por posibles prohibiciones. Por último, las paradas en ruta con la caravana –debido a las dificultades de maniobrabilidad y de aparcamiento- deberán preverse con mucho cuidado, pues los caravanistas habremos de asegurarnos de antemano que es posible llegar al lugar deseado sin encontrarnos en callejones sin salida o que podamos aparcar sin demasiados problemas.
Eso sí, suele ser bastante buena idea evitar las visitas en ruta en las horas centrales del día, cuando la afluencia de visitantes es mayor, pues es más que probable que hasta el aparcamiento más grande esté lleno hasta los topes y no podamos aparcar la caravana. También tendremos en cuenta las posibilidades reales “de salida” del aparcamiento, pues no sería raro que algún coche que hubiera aparcado después nos impidiera maniobrar.
La verdad es que en todos estos años hemos hecho multitud de visitas turísticas en ruta y en muy pocos casos nos hemos visto en apuros. En cualquier caso sí que es muy recomendable “estudiar el terreno”. En esos casos suelo preguntar por e-mail si hay espacio suficiente para aparcar la caravana en el aparcamiento del lugar y si está permitido hacerlo. También es buena idea, usando el Google Maps, “ver, a vista de pájaro”, si hay aparcamientos suficientemente grandes en el lugar a visitar.
Otra opción que usamos con cierta frecuencia a la hora de visitar una ciudad en ruta es dejar la caravana, por unas horas, en algún camping cercano. En la mayoría nos cobrarán unos pocos euros y en otros, ni eso. Solamente en un camping próximo a Tournay (Bélgica) se han negado a ello y nos mandaron a un aparcamiento público en el centro de la ciudad, pero eso no es lo habitual.
Lo más importante es que los caravanistas nos convenzamos de que también podemos hacer muchas cosas viajando en ruta, sin cortarnos un pelo solamente “porque llevamos una caravana y ya se sabe...”; Fuera temores. Únicamente necesitamos preparar la visita cuidadosamente y asunto resuelto. Seguro que en algún caso no nos será posible, pero en la mayoría, seguro que sí. Hay muchos lugares interesantes que nos pillarán de camino y no es cuestión que nos privemos de ello a las primeras de cambio, sin intentarlo.
Resumiendo, que cada cual, en función de su vehículo, adapte las etapas de su viaje a este y demás factores condicionantes.
El tipo de vía
En el apartado “caravana y velocidad” de esta misma sección, se exponen ampliamente los promedios reales que nos sirven para el cálculo de tiempo en los desplazamientos y que son el resultado de la experiencia acumulada durante nuestros viajes.
Como nuestro objetivo es reunir información suficiente sobre el tiempo que emplearemos en recorrer una determinada distancia para elaborar las etapas de nuestro viaje, el tipo de vía por la que circulemos será un factor crítico para ese cálculo, pues a nadie se le escapa que no es lo mismo circular por una autopista llana y despejada que subir un puerto de montaña.
Así pues lo primero que deberemos tener en cuenta para hacer nuestros cálculos es saber cómo serán las carreteras por las que circularemos. Los mapas y los calculadores de rutas en internet, como www.viamichelin.es nos ofrecerán dicha información.
Lo segundo es tener claros los límites de velocidad vigentes en cada uno de los países por los que hayamos de transitar, tanto para coche como para caravana o autocaravana, claro. Y ojo, tengamos también en cuenta que no en todos los países aplican márgenes de velocidad sin multar, por lo que haremos bien en informarnos lo mejor posible y si no, ante la duda, mejor respetarlos a rajatabla, por si acaso. Pensemos que en caso de detención nos podrían exigir el abono inmediato de la multa o, si las cosas se ponen feas, la posible inmovilización del vehículo. Vamos, que no está el horno para bollos con ese tema...
Otra variable a considerar a la hora de calcular tiempos de recorrido es el estado de conservación de la red viaria de cada país, así como la densidad de tráfico.
Aunque nuestros “promedios base” sean de unos 85-95 km/h. (en autopista y dependiendo de cada país) y en carretera “normal” de 60-65 km/h. hemos de pensar que no siempre nos será posible obtener dichas cifras. Especialmente si vamos a circular por carreteras secundarias o por trazados de montaña.
En las carreteras convencionales de la República Checa, por ejemplo, la velocidad media cae en picado, a 50-55 km/h.; ello es debido tanto a la orografía que no facilita los adelantamientos, como a la densidad de tráfico y a la existencia de vehículos extremadamente lentos. Abundan los camioncitos, los tractores, etc.
En las autopistas alemanas, si vamos en coche, en la mayoría de los tramos no estaremos sujetos a ningún límite de velocidad y podremos pisar el coche sin miedo, -siempre que la densidad del tráfico lo permita, claro- pero sí lo estaremos si circulamos con la caravana, con velocidad limitada a 80 km/h.; la verdad es que todas las veces que hemos ido a Alemania –y ya son unas cuantas- nunca nos han multado por circular entorno a los 90 y tantos km/h, pero...;
En Alemania, con la caravana, hay que tener en cuenta las limitaciones de adelantamiento a determinadas horas. Pincha en el enlace para saber más del tema.
En los fiordos noruegos, por ejemplo, muchas carreteras tienen, para nosotros, la categoría de “infames” ganadas bien a pulso. Estrechas, en muchos casos con un único carril con apartaderos y con una obsesiva fijación para que no pasemos de 60 km/h.
Lo del carril único, con “apartaderos” a cierta distancia para hacer posible los adelantamientos, no es patrimonio exclusivo de los fiordos noruegos. En algunas zonas remotas de las “Highlands” escocesas también las encontraréis. Y si circular por ellas en coche ya enerva, hacerlo con una caravana es un ejercicio de “suelta de adrenalina” bastante poco recomendable. Vamos, que si podéis evitarlas, no hay que pensarlo demasiado.
Todavía recordamos la veintena de kilómetros desde Olden al Glaciar de Briksdal, en los fiordos noruegos. Sí, el camping “Gryta” estaba en un paraje idílico y la verdad es que los sufrimientos para llegar hasta allí se vieron ampliamente compensados por la belleza y grandiosidad del paisaje, pero vamos, sudamos tinta china de la buena.
En fin, experiencias hay muchas, pero lo que tenemos que hacer es no olvidarnos de todas esas cosas a la hora de plantear las etapas y calcular tiempos y distancias.
Caravana y velocidad. Velocidades “Medias” reales. Nuestra experiencia:
Al viajar con una caravana Rapido 39 T Club, de tamaño mediano y con techo elevable (1,98 m. de altura con el techo plegado), podemos mantener un ritmo de marcha bastante fluido, pues es muy estable, muy manejable y tiene un “tiro aerodinámico” realmente bajo. Todo ello nos permite circular con comodidad y “alegría” y cuando se trata de adelantamientos, el coche tira de ella de maravilla. Nuestro coche es un Opel Zafira 1.9 CDTi, turbodiesel con 120 cv nominales que son más que suficientes.
Nuestra "Rapido" es aquella que se ve a lo lejos...
En España, actualmente con el “Gran Hermano” observando nuestros movimientos a cada paso, procuramos no pasar de 87-88 km/hora reales (de GPS, no del velocímetro del coche, que anda marcando en esos momentos entre 93-95 Km/h) para evitar problemas con el radar.
Y si hay limitaciones específicas más bajas para vehículos con remolque, a respetarlas a rajatabla, que ya hemos tenido una mala experiencia en la autovía de Pamplona a San Sebastián.
De todas maneras si acaba prosperando la reforma de la Ley de Circulación que se está tramitando en el Congreso (verano 2009) parece que van a quitar el margen del 10% sobre los actuales límites genéricos de velocidad, con lo que todavía va a ser más duro circular por autopista/autovía. Tengo entendido también que ya en Catalunya y en el País Vasco aplican los límites estrictamente, por lo que no estará de más andar ojo avizor.
Así pues, para calcular el tiempo en que tardaremos en cubrir una determinada distancia, por autopistas españolas, solemos calcular un promedio de 85 km/h que es, más o menos, el promedio que obtenemos en realidad. Esto es, para cubrir 200 km. de autopista emplearemos unas 2 horas y 21 minutos, paradas aparte, por supuesto. Y si el tramo es montañoso o si la circulación se prevé densa, lógicamente habrá que rebajar las expectativas porque a buen seguro que tardaremos más tiempo.
Una simple regla de tres nos ayudará a hacernos una idea del tiempo estimado para cubrir una determinada distancia, siempre a sabiendas del promedio real al que podremos circular en condiciones normales.
Para todos aquellos a quienes las matemáticas siempre se les atragantaron un poquillo, no estará de más “refrescar un poco la memoria” echando ahora un vistazo a cómo plantear y resolver una “regla de tres”.
Ejemplo de “regla de tres”: si en una hora o 60 minutos esperamos recorrer 85 km. y queremos calcular el tiempo que tardaremos en hacer 200 km, sólo hemos de multiplicar la cantidad que queremos averiguar, esto es “200 km” por los 60 minutos que tiene una hora y, entonces, dividir el resultado por el promedio que esperamos mantener, esto es “85 km/h”. La cantidad que obtendremos es “141,18”. Esa cifra son los minutos que emplearemos en recorrer 200 km a 85 km/h. Como nos resulta más cómodo “hablar en horas”, deberemos convertir esos 141 minutos “en horas”. Una forma intuitiva de hacer la conversión resulta un poco pedestre, pero eficaz. Como “sabemos” que dos horas son lo mismo que 120 minutos, si restamos 120 a los 141 minutos, nos quedará un resto que serán los minutos de exceso sobre las dos horas, esto es 2 horas y 21 minutos.
Otra opción, aunque más enrevesada, consiste en dividir el resultado, en nuestro caso “141” entre 60, que son los minutos que tiene una hora. Y no obtendremos un resultado de 2,21 sino de 2,35. ¡Horror! Exclamaremos. No pasa nada. Lo que ocurre es que el 35 nos dice que equivale al 35% de 60 minutos. Y si nos quedamos con la duda de haberlo hecho bien, no tenemos más que calcular el 35% de 60 y el resultado será.... ¡21 minutos!. En fin, cosas de los números...;
Bueno, volvamos a nuestra experiencia real. Para los cálculos de tiempo y distancia en carreteras convencionales, de doble sentido y con la caravana, la cifra de “promedio real” que empleamos es de sólo 65 km/h. A veces obtenemos promedios más altos si el tráfico, las travesías urbanas y la orografía lo permiten, pero también hemos ido más despacio. En general, esa es, para nosotros, una cifra bastante buena para hacer las previsiones de duración de los desplazamientos por carretera con el caracol a cuestas.
Y si hemos de calcular el tiempo usando sólo el coche, entonces podemos subir un poco el promedio, sobre los 75 km/h.
En Francia, donde el límite de velocidad para caravanas es de 120 km en autopista, ¡menudo paraíso!, acostumbramos a circular a una velocidad mayor, entre 90-95 km/h. pero tampoco más. Por encima de esa velocidad, el consumo extra que implica el mayor tiro aerodinámico hace que no compense pagar más para tan poca cosecha, salvo en momentos puntuales de mucha prisa, claro.
Nuestra experiencia y los datos indican que, al menos con nuestra caravana, por cada 10 km/h de aumento de velocidad, el consumo sube alrededor de un litro. Por eso mismo tampoco es que apriete mucho más el acelerador en Francia, pero lo que sí se agradece es la tranquilidad de circular sin que la amenaza del radar nos esté persiguiendo constantemente.
Lo de los límites genéricos de velocidad es de traca, en general, tanto para coches, como para autocaravanas o caravanas, pero salvo Francia y Bélgica, el panorama en el resto de países de la Europa Occidental no es demasiado alentador que digamos para los vehículos con remolque. Y si nos fijamos en Dinamarca o Polonia, que tienen un límite de 70 Km/h... entonces, apaga y vámonos.
La mayoría de los países están en un límite de 80 km/h, pero hay excepciones: en Gran Bretaña el límite es de 96 km/h.; en Portugal de 100 km/h y en Turquía... ¡de 130 km!. Sorprendente, ¿verdad?. Estos límites alguien debiera explicárnoslos, porque si el motivo de que se mantengan erre que erre tan bajos es la supuesta “peligrosidad”, dudo mucho que las autopistas turcas dispongan del asfalto de los circuitos de F1... pero en fin, paciencia, que eso es lo que hay.
La “vida en ruta”
Al preparar el viaje suele pasar que nos centremos en qué ver y hacer al llegar a nuestro destino y no siempre damos la suficiente importancia a las posibilidades que nos ofrecen también las etapas de desplazamiento.
Sí, desde luego que “existe vida” en los días de coche y más coche. Y deberemos tenerlo en cuenta si queremos hacer las cosas bien.
Castillo de Chillon - Lago Leman (Suiza)
Gracias a ello no sólo tendremos la posibilidad de ver cosas interesantes cuando estemos “en ruta”, sino que deberemos tener en cuenta que necesitaremos “prever” las paradas de descanso, repostaje, para cuidar el cuerpo como se merece, o para comer y, por supuesto, para dormir.
A la hora de plantearnos qué recorrido podremos hacer en una etapa determinada y hasta donde podremos llegar, es obvio que deberemos tomar en consideración tanto el número de paradas que podamos, más o menos, prever, como dónde las haremos.
Tres grandes cuestiones son las que deberemos tener en cuenta al plantear las etapas “de viaje”: 1º) las paradas “normales”; 2º) las posibles visitas turísticas en ruta y 3º) y último, dónde pernoctaremos y si lo haremos en camping o fuera de él (área de autopista, gasolinera, etc.).
Turismo en ruta con la caravana
Una manera de hacer más provechosos y amenos los largos desplazamientos hasta nuestro destino es hacer visitas turísticas durante el trayecto, teniendo siempre presente que la movilidad con la caravana no es la misma que con el coche.
Frente a la iglesia medieval de madera de Borgund (Fiordos noruegos)
Francia es el lugar idóneo para tales menesteres, pues es el típico “lugar de paso” cuando nos dirigimos a los países del norte o de centro Europa. En el país vecino nos esperan estupendos pueblecitos y ciudades medievales, atracciones varias, museos, etc.
Aunque viajando en autocaravana las visitas en ruta son más sencillas de llevar a cabo por aquello del aparcamiento, lo cierto es que los caravanistas –echándole un poco de imaginación y de previsión a la cosa- tampoco tendremos demasiados problemas para “enriquecer” nuestros trayectos.
Hacer paradas turísticas en ruta es una costumbre que llevamos practicando con excelentes resultados desde nuestros primeros viajes. Gracias a ello hemos podido conocer lugares que, de otra manera hubiera sido complicado poder ver.
Dos son las condiciones que han de darse para plantearnos una visita en ruta: la primera es que las necesidades del recorrido nos permitan disponer del tiempo necesario para llevarla a cabo. Teniendo en cuenta, por supuesto, los horarios de apertura del lugar en cuestión, claro. La segunda es que exista la posibilidad de aparcar la caravana en las proximidades.
¡Buena idea!
Es muy importante, al aparcar con la caravana en un lugar público, asegurarnos que, al regresar, podremos salir del lugar sin problemas. No sería la primera vez que, llegando temprano a un lugar vacío, al volver estuviera abarrotado y los coches nos impidieran abandonar el lugar o hacer maniobras imprescindibles.
¡ LA CARAVANA SIEMPRE EN UN LUGAR SEGURO Y CÓMODO PARA SALIR SIN PROBLEMAS!
De esa manera hemos visitado infinidad de pueblos franceses. Así como la fantástica Carcasonne, que tiene un aparcamiento acondicionado, de pago, para caravanas y autocaravanas –ver el relato del viaje a suiza- o los parques de atracciones de “Parc Astérix” en Francia o el “Efteling” en Holanda. Por si a alguien le interesa, en Disneyland Paris no admiten caravanas en el aparcamiento. Os darán una hojita y os enviarán a cualquiera de los camping de los alrededores...
Otros lugares visitados en ruta son los “parques de monos” de Romagne (Francia) (La Fôret des Singes) o de Labenne (La Pinède des Singes) en Francia; pueblecitos medievales como St. Benôit sur Sault o Mortemart Francia) o Freiburg (Austria); museos o castillos como el de Savigny les Beaune o el “Palais Ideal du Facteur Cheval” en Hauterives (Francia) y así una larga lista que incluye también el viaducto de Millau, el más alto de Europa (ver viaje a Suiza, 2005).
Uno de los casos más curiosos de “parada en ruta” vividos con la caravana ocurrió en Suecia, regresando del Cabo Norte. Al pasar por la carretera vimos el anuncio de un “safari fotográfico de alces”. Después de cientos de kilómetros viendo señales de “peligro, alces”, sin ver ninguno, estábamos como locos por echarles el ojo. Cómo sólo podían entrar turismos en el recinto –imagino que autocaravanas también- ni cortos ni perezosos, desenganchamos la caravana, que se quedó junto a la entrada esperando nuestra vuelta y hala, a ver alces (bueno, en la publicidad prometían montones de ellos, pero en realidad sólo había 3 ejemplares, pero lo importante es que nos quedamos conformes, que era de lo que se trataba). Enganchamos de nuevo y hala, carretera y manta otra vez.
Si tenemos la certeza de poder aparcar fácilmente con la caravana cerca del lugar deseado, pues fantástico. Y si no tenemos donde dejarla, la visita nos atrae mucho y nos encontramos cerca de un camping, entonces solemos recurrir a la posibilidad de dejar la caravana unas horas en el camping.
Dejar la caravana unas horas en un camping es un recurso fantástico cuando de visitar una ciudad se trata, ya que en tal caso, por razones de seguridad y de comodidad, no resulta muy conveniente aparcar en la calle.
No suele haber problemas para ello. A veces nos han cobrado un pequeño importe por la estancia y en otras, ni eso. Solamente en Tournay (Bélgica) no nos permitieron dejarla y nos mandaron al aparcamiento público de la ciudad.
Gracias a esa “treta” hemos podido visitar ciudades como Canterbury (GB), Bremen (D), Lugo (E), Trondheim (Noruega) o la “Casa de Heidi” en Mayenfeld(Suiza).
En términos de “agilidad” es evidente que lo que menos tiempo”de viaje” consume es poder aparcar nada más llegar al lugar deseado. Lo que ocurre es que a nadie se le escapa que no siempre es fácil hallar sitios donde aparcar, y maniobrar, uno o varios conjuntos vehículo-caravana a la vez. Por eso mismo, para no llevarnos sorpresas “in situ” nos conviene buscar soluciones.
Y el remedio llega de la mano de la previsión. Cuando nos planteamos realizar una visita en ruta, lo primero que intentamos averiguar es si podremos dejar fácilmente el coche y la caravana el tiempo necesario para la visita.
Despejar las dudas es relativamente sencillo. Lo más fácil es mandar un e-mail a la atracción deseada o a la oficina de turismo de la localidad elegida, preguntando por las posibilidades de aparcar con la caravana.
Si esa opción no es posible o simplemente para quedarnos más tranquilos, entonces utilizamos “Google Maps” para que, “a vista de pájaro”, podamos “observar” la existencia de lugares apropiados de aparcamiento: parkings, explanadas, etc. Este truco nos ha dado excelentes resultados.
Bueno, si alguien todavía se cortaba un poco a la hora de hacer visitas en ruta con la caravana, esperamos haber dado el empujón definitivo para despejar reticencias y temores. No hay nada que una buena preparación y un poco de imaginación no puedan resolver.
La “vida en ruta”: Paradas en ruta.
El sentido común aconseja que hagamos una parada para descansar y estirar las piernas cada dos horitas, más o menos. En autopista y con la caravana eso supone haber recorrido entre 160 y 180 km. y unos 130 - 140 km. por carretera convencional. Al menos en España y otros países con límite de velocidad de 80 km/h.
La duración de las paradas ya queda al gusto de cada cual, pues habrá quien quiera tomarse un café en cada una de ellas y quien se conforme simplemente con aliviar “tensiones fisiológicas”.
Para hacer un cálculo lo más correcto posible de la duración total de una etapa de viaje cualquiera, deberemos añadir los tiempos de “parada”, sea por el motivo que sea, al tiempo “de circulación”. De esa manera lograremos tener una idea bastante real de la duración de un trayecto determinado.
Por si a alguien le sirve como referencia nuestra experiencia al respecto, el tiempo medio de nuestros “repostajes+WC” rapiditos en plan fórmula 1, no suelen llevar más de 10’, no obstante suelo “presupuestar” 15 minutos para ese tipo de paradas. Si además somos de los que nos gusta tomarnos un cafetillo de máquina o en el bar o si viajamos con más gente, fácilmente nos iremos a la media hora.
Curiosamente en las comidas o cenas en ruta –siempre y cuando comamos de lo nuestro en una mesa de pic-nic y no en el restaurante- la duración viene a rondar, indefectiblemente, unos 50 minutos. No deja de llamarme la atención que casi siempre “clavemos” ese tiempo. Eso sí, sin prisas, claro. Así pues, a partir de ese dato, suelo prever 1 hora para tales menesteres, más que nada porque siempre es mejor ir “holgado” de tiempo que pillado a la hora de las previsiones de tiempo.
Tan importante es calcular los tiempos de detención como prever dónde hacerlo. Parece una perogrullada, pero a veces los diseñadores de carreteras no siempre se han tomado muchas molestias cuando se trata de crear zonas de descanso, porque yendo con la caravana no siempre se puede parar en cualquier parte.
Y para muestra un botón... o varios. Sólo necesitamos recorrer los nuevos tramos de la A-66, la autovía de la “Ruta de la Plata” por la zona de Extramadura para comprobar que las zonas de descanso brillan por su ausencia. Y lo mismo pasa en la autovía de las “Rías Baixas”, al menos cuando la inauguraron, porque lo cierto es que ahora hace tiempo que no la hemos transitado. De vergüenza.
Nadie que haya recorrido Europa se le escapa que la calidad de las áreas de descanso varían mucho de unos países a otros. En nuestra opinión la “medalla de oro” se la llevan, de calle, los franceses. Da igual que las autopistas sean o no de peaje o sean carreteras convencionales. Sus áreas brillan con luz propia. Ciertamente unas son mejores que otras, pero el nivel general es muy alto, dispongan o no de gasolinera.
Una buena idea para la previsión de paradas en Francia es hacerse con el “Atlas Autoroutière” de Michelín. Una guía en la que aparece toda la red de autopistas francesa, amén de todas las áreas de descanso, además de otras interesantes informaciones como distancias entre ellas, peajes, etc. Suele ser fácil encontrarla en las tiendas de cualquier área.
Aunque en el resto de países de la Europa Occidental las áreas de autopista con gasolinera disponen, en general, de servicios similares, la mayor diferencia se advierte en las simples áreas de descanso. En Francia y en el área germánica es frecuente que dispongan de WC, un detalle que siempre se agradece. Vale, que algunos están en condiciones bastante deplorables, pero para una urgencia, ahí están.
En Alemania, Suiza o Austria es bastante habitual que las áreas con gasolinera dispongan de restaurante y puestos de comida para llevar. Comerse una “frikadelle” (enorme hamburguesa) o un “bratswurst”, la típica salchicha asada, mientras viajamos es una tentación difícil de resistir. Los suizos suelen tener supermercados en sus áreas.
En la zona germánica también es costumbre pagar por utilizar las “toiletten”. La mayoría de las veces bastará con dejar la voluntad en el cestillo del guarda, pero cada vez es más frecuente que en las grandes áreas, el acceso a los servicios se haga a través de un torniquete a cambio de 0,50 €.; eso sí, en tal caso tienen el detalle de descontar el importe de los tiqués si se hace una consumición en el lugar, exceptuando el gasto en combustible.
La “vida en ruta”: pernoctar en ruta.
Un factor importante a la hora de calcular la longitud de una etapa de “desplazamiento” es determinar donde pasaremos la noche. Dependiendo de la elección que hagamos en cada momento -en camping, en área de autopista, o en cualquier otro lugar- podremos “alargar más o menos” la distancia a recorrer ese día.
Si pretendemos pernoctar en un camping, deberemos comprobar previamente si hay alguno que nos pueda venir bien en la zona donde, por distancia, calculemos que podemos encontrarnos para pasar la noche. Una vez “seleccionado el camping”, deberemos comprobar si estará abierto en las fechas elegidas –en temporada baja muchos suelen estar cerrados- y, por supuesto, tener también conocimiento de la hora límite para poder entrar… y también para salir, pues a veces no resulta nada fácil “hermanar” la hora prevista de salida al día siguiente con la hora de apertura de la recepción, si es que hemos de pagar la estancia por la mañana.
En tales casos, a fin de asegurar el tiro, solemos ponernos previamente en contacto con el camping, vía e-mail o por teléfono, para despejar esas incógnitas. En algunos casos incluso se han ofrecido a abrirnos la puerta a horas intempestivas. De todas maneras, para esas situaciones la palma se la lleva el camping de Lisboa-Monsanto, -que está muy bien- ya que, rizando el rizo, ¡permite la entrada durante las 24 h. del día!.
En los camping españoles suele ser posible llegar a horas bastante tardías (23 o a media noche), pero eso no ocurre en Francia, donde es normal que la recepción cierre muy pronto (entre 18 y 20 h.). A veces, si no hay barrera de acceso –lo que cada vez es más raro- es posible acampar sin hacer mucho ruido y ya pagaremos a la mañana siguiente.
En Gran Bretaña algunos camping disponen de zona de acampada, incluso con toma eléctrica, en el exterior del recinto. Lo que llaman “late arrivals”.
En fin, que si queremos pernoctar en camping estando en ruta, haremos bien en informarnos al respecto.
Precisamente por todas esas dificultades asociadas a la pernocta en camping, una vez en ruta, hace años que modificamos nuestras costumbres y cuando salimos de Valladolid rumbo a la frontera de Irún, solemos dormir en las áreas de autopista francesas, que son buenas y ofrecen un nivel de seguridad aceptable. Al menos nosotros nunca hemos tenido disgustos.
Yendo hacia el norte de Francia, solemos dormir en la de Bordeaux-Cestas. Y si vamos hacia Narbonne, entonces pasamos la noche en el área de Comminges. En ambos casos la distancia a casa es de unos 600 km.; Saliendo a las 16,30 h. de Valladolid, la hora de llegada al área ronda las 00,30 h. (habiendo cenado por el camino) lo que nos permite aprovechar muy bien la tarde-noche, generalmente de los viernes o vísperas de festivo.
Y también solemos madrugar mucho al día siguiente, siendo las siete de la mañana la hora habitual de salida. Eso tiene especial importancia en verano si vamos rumbo París. A esa hora circunvalar Burdeos no ofrece problemas, a pesar de que el tráfico empieza a ser ya abundante. Sin embargo, sólo una hora más tarde, a las 8, el riesgo de “bouchon” –de atasco, vamos- es ya más que alto.
En alguna ocasión optamos por salir de casa por la mañana. Se nos quitaron las ganas para siempre, porque en verano hay que tener en cuenta que, una vez en Francia, en la A-63, se han de pasar tres estaciones de peaje… y en esas condiciones no es raro encontrarse con colas que pueden alcanzar, sin despeinarse, 4 km o más…;
Cuando el destino se encuentra en España o Portugal la idea de dormir en áreas de autopista no nos seduce en absoluto y si hemos de salir por la tarde, entonces sí buscamos un camping, aunque eso nos impida avanzar algo más. Puede ser una manía, pero no nos ofrecen la misma seguridad que en Francia, Holanda o Alemania. Somos conscientes que en esos países también se producen asaltos y robos, pero quizás por la “alta ocupación” de campistas y camioneros de esas áreas, la sensación de seguridad sea mayor.
En cualquier caso no cabe duda que el lugar de pernocta determina claramente la longitud de las etapas y, consecuentemente, el diseño de las etapas del itinerario. Así que tengámoslo muy en cuenta a la hora de preparar nuestro viaje.
¿Cómo hacer una hoja de itinerario?
Si hemos llegado a este punto y hemos seguido las recomendaciones paso a paso en la preparación de nuestro anhelado viaje, seguro que prácticamente ya habremos despejado la gran mayoría de incógnitas que al principio nos acechaban.
Ya tenemos claro dónde y cómo queremos ir. Ya disponemos de una lista de pueblos, ciudades y lugares que visitar. También tendremos una idea muy real de qué nos apetece hacer en esos días de “asueto y esparcimiento”. Y tampoco nos faltarán ideas sobre el desarrollo de las etapas de viaje y de los camping que pensamos visitar.
Es decir, por ahora habremos finalizado la fase de “recopilación de información” y decimos “por ahora” porque realmente la posibilidad de incorporar nuevos elementos a nuestro viaje siempre ha de estar presente.
En realidad durante todo el proceso de “diseño del viaje” no dejaremos de buscar información, pues a medida que avancemos en el proceso, irán apareciendo detalles y dudas que habremos de despejar sobre la marcha.
Por otra parte es totalmente imprescindible estar abiertos y preparados para incorporar a nuestro itinerario, nuevas ideas para hacer o ver, a medida que vayan surgiendo. Incluso si ello nos obliga a hacer importantes cambios en el mismo. No sería la primera vez, ni tampoco será la última, que pocos días antes de la partida hemos puesto literalmente patas arriba el plan de viaje. ¡Todo sea para hacer lo que más apetece!.
Pues bien, una vez con las ideas lo más claras posible, llega el momento de “dar forma” a nuestro itinerario, A LAS ETAPAS DEL VIAJE, por lo que empezaremos a “trasladar a papel” esas ideas, “a ver qué sale”, que tiempo tendremos de pulirlo, afinarlo y mejorarlo.
Para ello crearemos la “Hoja de itinerario”, que nos servirá de guía para “trazar” las distintas etapas y actividades de cada día.
La “Hoja de itinerario” también nos dirá si todo lo que pensamos hacer y ver “cabe” en el calendario de viaje disponible, pues la tabla ha de tener tantas “filas” como días de viaje tengamos previstos.
Veamos qué pinta tiene la “Hoja de itinerario” definitiva del Viaje a Berlín y Alemania del Este en 2007. Hicimos 8 “proyectos de itinerario” antes de dejarlo a nuestro gusto y si leéis el relato del viaje, comprobaréis que durante el viaje, por las razones que allí se exponen, alteramos de forma importante el itinerario, porque insistimos, hay que estar abierto y preparado para introducir cuantos cambios nos apetezcan o, eso ya resulta menos agradable, porque las circunstancias nos obliguenn a ello, como nos sucedió en el Viaje a Baviera en la navidad de 2004.
Este cuadro, AL PRINCIPIO COMO HOJA EN BLANCO, es el que nos servirá para ir “ordenando” todas las ideas que hasta ese momento habremos ido guardando en notas, borratajos, hojas de papel varias y, por supuesto, en nuestro coco.
- Si no queremos empezar la faena “trabajando” directamente en el ordenador, podemos utilizar perfectamente la hoja en blanco y bosquejar a bolígrafo, que tiempo tendremos de “pasarlo a limpio”.
Una vez “planteado” el primer boceto de itinerario – que sin duda no será el definitivo ni por asomo- es cuestión de ir pensando cómo encajar lo mejor posible todas esas cuestiones que hemos ido viendo en las secciones que componen el menú de esta web.
Así, a medida que surjan nuevos intereses o nuevas informaciones que modifiquen el itinerario existente hasta ese momento, iremos “puliendo y ajustando” el planteamiento de las etapas de cada día. Démonos tiempo para ello, que las prisas suelen ser malas consejeras. Este proceso es lo que llamamos “madurar el plan de viaje”, al que le hemos dedicado un apartado en exclusiva.
Por eso mismo, una vez planteado el primer itinerario, sí que aconsejamos trabajar los cambios en el ordenador, a fin de poder hacerlos cómodamente y sin borratajos.
Y, por supuesto, hasta que no estemos plenamente satisfechos con el “itinerario” planteado, y ya sabemos que seguramente en el proceso habremos hecho varios “proyectos”, no será hora de ponernos con la siguiente fase: la de preparar las “hojas de etapa” que habrán de formar el “Libro de bitácora”de nuestro viaje.
