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Kilómetros de experiencia viajera y campista a tu alcance

En la sección “NO TE OLVIDES DE...” encontraréis amplia información de todas aquellas cuestiones que, sin formar parte de la preparación y diseño del itinerario del viaje, son fundamentales también para el éxito de nuestro viaje. Por eso mismo “no hay que olvidarlas...”


Como no hay nada como escarmentar en piel ajena, en cada uno de los siguientes temas os contamos nuestras experiencias, buenas y no tanto, relacionadas con todos ellos, esperando que la información os sea realmente útil:
dinero en efectivo y cambio de moneda.

los víveres y las comidas durante el viaje.

documentos legales para viajar sin problemas.
seguros sanitarios en la unión europea y resto del mundo.
los seguros de la caravana. la responsabilidad civil.
el seguro de asistencia en viaje: coche y caravana.

los walkie-talkie, un buen amigo para los viajes en grupo.




Los víveres y las comidas durante el viaje.
Creo que si hay algo que realmente nos diferencia a los campistas, unos de otros, son las costumbres relacionadas con las comidas durante el viaje. Ciertamente cada persona y cada familia es un mundo en ese tema.
Hay costumbres para todos los gustos. Desde los que comen siempre fuera de la caravana o autocaravana, hasta los que hacen todas y cada una de las comidas en ella. Desde los que guisan o fríen todo y de todo en la cocina de la caravana a los que comen habitualmente “de marca”, o sea, a base de latas, platos cocinados, etc.
Mercadillo en Alkmaar (Holanda)
Desde luego no seremos nosotros quienes pretendamos cambiarle las costumbres a nadie. ¡Faltaría más!. Más bien se trata de llamar la atención sobre todo lo relacionado con algo tan sagrado como es la comida y que conviene tener en cuenta de cara al viaje. También comentaremos algunas costumbres y características propias de varios países europeos relacionadas con el condumio: horarios, mercados, gastronomía, etc.
Una de las grandes ventajas que tiene el “caravaning” respecto a otras maneras de viajar es que podemos llevar con nosotros la despensa bien llena, con las ventajas que ello conlleva. Tenemos cocina y frigorífico a nuestra disposición y eso es algo que no todo el mundo puede disfrutar. Y algunos no se privan ni del microondas...
Y es indiscutible que poder llevar con nosotros las vituallas, y poder prepararlas, económicamente supone un ahorro muy importante, pues no estamos obligados a comer siempre “de restaurante”. Ahorro tanto más importante cuanto mayor sea la familia o el grupo.
El frigorífico nos permite conservar en buenas condiciones alimentos que, de no ser así, difícilmente formarían parte de nuestra dieta mientras viajamos.
Y la cocina nos permite muchas cosas, desde calentar simplemente el contenido de una lata o de un plato precocinado a hacer un auténtico guiso casero, dependiendo sólo del tiempo y las ganas de manchar fogones.
No obstante, lo realmente importante es que, antes de salir de casa, tengamos claro cómo “pensamos manejar” el asunto del comer estando de viaje. Para ello primero habremos de despejar algunas dudas:
Por ejemplo, ¿Llevaremos con nosotros, de casa, casi toda la comida que podamos necesitar a lo largo del viaje o, por el contrario, tenemos previsto comprar la comida “in situ”, estemos donde estemos?.
¿Estamos dispuestos a comer de bocata y cenar “caliente” en plan plato precocinado o, por el contrario, no pensamos renunciar bajo ningún concepto a los dos platos, pan, vino y postre –mantel incluido, por supuesto- ni aunque estemos en la cima del Montblanc?.
Da igual. Que cada cual “se lo guise”, y nunca mejor dicho, como guste. Cada costumbre tiene sus ventajas e inconvenientes. E interesa preverlos para que no nos pille el toro.
Si comemos en viaje en plan “cocina de marca”, -afortunadamente hoy en día la variedad es enorme y si no somos demasiado “exquisitos”, la verdad es que hay platos precocinados muy bien logrados- conviene que hagamos todo el acopio posible antes de salir de casa.
Al menos en Francia, en los supermercados, este tipo de platos suelen ser bastante más caros que en España, por lo que no interesa comprarlos fuera, salvo que nos decantemos por especialidades propias del país, en cuyo caso no sólo no habrá nada que objetar sino que, por el contrario, haremos muy bien en probar sabores diferentes.
Si los gustos nos llevan a querer hacer la compra casi “a diario”, entonces deberemos tener en cuenta, a la hora de plantear las etapas, el tiempo necesario para esos menesteres, que suele ser bastante.
En nuestro caso solemos llevar comida “casera” para los dos o tres primeros días de viaje, en función del espacio disponible en el frigorífico. Durante el resto de viaje somos de los que comen “de marca”, tanto de lo que ya llevamos de casa como de las especialidades foráneas que vamos comprando a lo largo del viaje. A veces se nos acumula tanta comida preparada que hay latas “que han visto más mundo” que mucha gente.
Un dato al que los campistas no solemos prestar demasiada atención es el del peso “innecesario”. Tendemos a llevar tanta comida en la caravana o autocaravana –que no consumiremos- que lo único que hace es ocupar espacio y sobrecargar supérfluamente el vehículo. Por eso mismo desde hace ya algún tiempo procuramos dejar en casa todos aquellos víveres –latas, etc.- que calculamos que no vamos a consumir durante el viaje. Eso no significa que no llevemos suficiente comida. ¡Es que a veces parece que vayamos a alimentar a un regimiento!.
Para los desayunos solemos llevar toda la leche necesaria para el viaje, incluidos batidos individuales. Fuera de España, la leche suele estar bastante más cara. En Francia los productos lácteos son bastante baratos, pero más caros que aquí. En otros países, en cambio, los precios son más elevados.
Si las comidas nos pillan “de visita”, que será lo más habitual en la mayoría de etapas, dependiendo del lugar solemos tirar de bocadillo, empanada o similar, algo que se coma bien y sin marchar (y pese poco).
Comer de bocadillo o con ensaladas preparadas tiene la ventaja de que ahorra tiempo, pues buscar un restaurante, esperar a que te sirvan y comer tranquilamente también implica un tiempo que igual no siempre podremos tomarnos si con ello dejamos de ver ciertas cosas...
No obstante, cuando el lugar que estamos visitando tiene fama gastronómica, entonces comemos de restaurante o buscamos la manera de probar las especialidades locales. Y es que el “turismo gastronómico” es tan importante, o más si cabe, que el “monumental”. Afortunadamente son totalmente compatibles...
Ejemplos son la “sopa bullabesa”, típica de Marsella, o “la fondue de queso” suiza. En Zermatt, sin ir más lejos, nos dimos un buen festín. En el mercado central de Budapest también tuvimos ocasión de degustar un montón de platos húngaros a precio de derribo. Si por algo volvería a Hungría sería por su gastronomía.
Los mercadillos franceses, alemanes u holandeses son excelentes lugares para hacer los honores a los alimentos y platos locales a precios muy asequibles: excelentes bocadillos de pescado en las ciudades del norte de Alemania; salchichas alemanas, crêpes franceses, arenques marinados y mejillones fritos en Holanda, etc.
En general procuramos, buscando la pertinente información en internet, que las visitas a las ciudades y pueblos coincidan en lo posible con el día de mercado. Aparte del bullicio y la animación, nos encanta pasear entre los puestos, además las posibilidades para comer allí mismo aumentan exponencialmente...
Si nos animamos a visitar la Alsacia francesa y Alemania en navidad –un viaje totalmente recomendable- podremos comer y cenar en los numerosos mercadillos navideños de la zona. Todo el grupo de amigos campistas somos unos auténticos forofos de la navidad alsaciana y germánica y nos encanta volver siempre que podemos, tanto por la belleza de sus pueblos como por los festines que allí nos pegamos.
En suma, que en cuestiones de preparación del viaje siempre viene bien tener en cuenta la gastronomía local de los países y lugares que visitemos, además de ocuparnos, antes de salir de casa, de todo lo relacionado con la intendencia. Ahorraremos tiempo y dinero.



Viajes y dinero en efectivo.
Puede que la llegada del euro nos haya disparado los precios de muchas cosas, pero no es menos cierto que para los campistas que viajamos regularmente fuera de nuestras fronteras el euro nos ha facilitado muchísimo la vida.
Adiós a estar dando vueltas a cuánto dinero en efectivo hay que pedir y adiós a tener que ir y venir al banco, comisiones aparte, para recorrer gran parte de los países de la Unión Europea.
Así cuando visitemos Portugal, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia, San Marino, Alemania, Austria, Finlandia, Irlanda, Grecia o Eslovenia, incluyendo a Andorra y a un montón de nuevos países más (Malta, Chipre, Eslovaquia, etc.), sólo deberemos preocuparnos de calcular qué cantidad de euros hemos de llevar con nosotros para poder volver a casa sin haber tenido que visitar un cajero automático, cuyas comisiones mínimas allende fronteras son de quitar el hipo, un 4%, que ahí es nada…
El quid de la cuestión radica en “acertar” cuántos euros hemos de llevar llevar con nosotros para cubrir las necesidades del viaje. Para estos casos nos vendrá muy disponer de los datos de los “libros de bitácora” de los viajes anteriores, pues nos dan pistas muy valiosas de nuestros “hábitos de consumo”.
Para calcular cuánto llevar, en primer lugar deberemos contar con los gastos ya previstos, o sea, un presupuesto del viaje,  gracias a la información que habremos obtenido por los distintos medios a nuestro alcance (costes de entradas de las atracciones a visitar, peajes, camping), teniendo presente que habrá que descontar aquellos que podamos pagar con la  tarjeta de crédito. Eso nos dará una primera idea de la “pasta” que deberemos acarrear con nosotros.
Para completar esa cantidad deberemos hacer también un “presupuesto” aproximado de todas aquellos otros capítulos de gasto “desconocido” antes de salir de casa: restaurantes, cafés, regalos, pequeñas compras, etc.; A ojo de buen cubero, claro, porque como son “desconocidos”…; De todas maneras a través de nuestra “hoja de itinerario” y viendo qué tenemos pensado hacer día a día, ya nos resultará más fácil hacer unos buenos cálculos.
Con el total de ambas sumas, ya tendremos una idea más o menos correcta de lo que podemos necesitar en efectivo, teniendo buen cuidado de incrementar dicha cifra en un 25-30% para hacer frente a los imprevistos.
Llegados a ese punto ya estaremos en condiciones de valorar si, por seguridad, nos podemos permitir el lujo de llevar toda esa cantidad con nosotros o, por el contrario, si optamos por recurrir al cajero cuando haga falta, a pesar de las comisiones.
El consuelo es que, si no hemos sido muy diestros en el arte de la contabilidad presupuestaria, siempre nos quedará el cajero para sacarnos de un apuro…
Más complicada es la cosa cuando de visitar un país que no tenga euro se trata. Ir a Suiza no es lo peor si pasamos en ella nuestras vacaciones, pues en ese caso, el razonamiento anterior para calcular qué cantidad de euros necesitaremos es plenamente aplicable a los francos suizos. Recordemos que el Principado de Liechtenstein comparte moneda con sus vecinos alpinos.
Más complicado es calcular la moneda necesaria para Dinamarca, Suecia y Noruega cuando viajemos a los fiordos o al Cabo Norte. El problema viene cuando solamente pensemos estar unos pocos días en cada uno de esos países, porque para un par de días en Dinamarca o Suecia no es fácil hacer un “presupuesto de gasto”.
La solución más cómoda, si nuestra entidad bancaria tiene a bien no sangrarnos con las comisiones, es pedir una cantidad holgada y luego devolver el excedente, por el que nos cobrarán una nueva comisión, claro. Si el banco no es muy benevolente, esta solución es igual de válida, pues teniendo en cuenta lo que nos vamos a gastar en el viaje, esas comisiones son realmente el chocolate del loro.
No obstante, mientras nos sea posible, no está de más intentar “reducir” los costes financieros al máximo. Suponiendo que hayamos optado por hilar fino en nuestros cálculos y a la hora de la verdad necesitemos más efectivo “in situ”, pues con ir al cajero, asunto resuelto, ya que seguramente en ese momento seremos capaces de precisar cuánto necesitaremos antes de abandonar el país.
No obstante, si nos vemos obligados a pasar por el cajero y pensamos retirar una cantidad inferior a 60 € nos interesará habernos informado previamente en nuestro banco de cual es la comisión mínima para disponer de efectivo en el extranjero. Lo digo porque hasta no hace mucho, la mayoría de bancos cobraba un mínimo de 2,40 € y esa cantidad representa el 4% de 60 €. Dicho esto es evidente que nos cobrarán lo mismo por sacar 30 que por sacar 60 € y digo yo que siempre será mejor disponer de más que de menos. ¡A fin de cuentas nos va a costar lo mismo!.
Eso sí, conviene evitar sacar cantidades grandes del cajero –salvo en casos de emergencia- porque ese 4% puede llegar a suponer un bofetón de proporciones monstruosas…
Todavía tengo fresca en la memoria “nuestra experiencia alemana” en 2002, el año de nacimiento del euro. Siendo clientes de un banco alemán y pasando las vacaciones en ese país, -ese año recorrimos los castillos del Rin- ingenuamente pensé que ya no necesitábamos llevar mucho efectivo encima y que sacaríamos dinero en los cajeros de nuestra entidad en las mismas condiciones que aquí. Craso error. Pedimos 600 €, así que no resulta complicado saber que la comisión por ello es de 24 €. O sea, ¡4.000 pelas del ala!. Todavía recuerdo la cara de pasmo cuando recibí el extracto del banco con semejante sablazo. Inmediatamente me puse en contacto con ellos y la explicación que me dieron es que sí, que el banco era el mismo en España y en Alemania, pero sus redes de cajeros no. Finalmente, tras un tira y afloja, llegamos a un acuerdo satisfactorio, pero desde luego aprendimos bien la lección. Así pues, mucho ojo con tomarse demasiadas confianzas con el cajero automático.
Tampoco estará de más que echéis un vistazo al relato del viaje al Cabo Norte. En el mismo, además de comentar el tema del efectivo para los países escandinavos de paso, contamos otra experiencia “traumática” durante la visita a Tallín. (En 2011 Estonia ha entrado en la zona euro, así que ya no se volverán a repetir esas cosas)
Ojo con el coste de los camping. Muchos camping aún cobran en efectivo y ese capítulo, por su volumen, tiene una incidencia directa en el efectivo que vayamos a necesitar. Afortunadamente en muchas guías de camping, en papel y virtuales, ya viene indicado si aceptan o no tarjetas. Saberlo es fundamental.
Por ejemplo, en el viaje a Cabo Norte, la inmensa mayoría de camping escandinavos nos cobraron en efectivo. Un detalle a tener muy presente.
Y tampoco hemos de olvidar que, todavía, las monedas de determinados países de la Unión Europea ni tan siquiera pueden cambiarse fuera de sus fronteras: ni las coronas checas, ni los forint húngaros, ni los zlotys polacos por citar solamente ciertos países limítrofes con la zona euro. Cuando visitemos esos países, para hacernos con su moneda, sólo tendremos la posibilidad de cambiar euros en uno de sus bancos u oficinas de cambio –lo que nos obligará asimismo a llevar esa cantidad en efectivo- o echar mano de la tarjeta de crédito y retirarlo de un cajero. Eso sí, hay que tener en cuenta que según en qué pueblos no siempre tendremos uno a tiro de piedra....;
En cualquier caso lo seguro es que no nos libraremos de pagar comisiones. Desde luego no conviene fiarse del cartelito “sin comisiones” que cuelgan casi todas las “oficinas de cambio”. Es una verdad a medias. Hay que preguntar primero el tipo de cambio que os aplicarán, porque no dudéis que la comisión va a estar ahí bien escondidita!. Puede ser una buena idea comparar, a cantidades iguales, qué resulta más favorable, si cambiar en efectivo o extraer dinero del cajero…. Y a partir de la “prueba empírica”, obrar en consecuencia.
A fin de no llevar demasiado efectivo encima en la República Checa y en Hungría y también para ir viendo las necesidades de moneda a medida que pasaban los días, lo que hicimos fue sacar cantidades no demasiado grandes de efectivo varias veces, para no pillarnos los dedos. ¡Más que nada porque hay que gastar todo el dinero –o cambiarlo otra vez- antes de abandonar el país!. Al final, al dejar ambos países la táctica fue la misma… ¡convertir las últimas monedas y billetes en gasofa!.
Y por último, sólo nos queda que añadir algunas ideas y sugerencias para mejorar la seguridad de nuestros dineros durante el viaje:
Tampoco conviene llevar mucho dinero encima y, por supuesto, llevarlo siempre repartido entre los adultos del viaje. Yo tengo la costumbre de llevar en viaje dos carteras, una en cada bolsillo, con tarjetas de crédito y dinero Además llevamos el DNI y el permiso de conducir por separado, para así minimizar las consecuencias de un posible robo.
Por supuesto, al viajar a países con bajos niveles de seguridad ciudadana, no estará de más buscarse otros trucos para llevar con nosotros dinero lejos de la cartera y de los bolsos.
El resto del efectivo tendremos que “esconderlo” en la auto/caravana, en lugares que no llamen la atención de los amigos de lo ajeno. De todas maneras, para prevenir una eventual “visita” de los cacos, solemos dejar a modo de “señuelo” una pequeña cantidad de dinero “moderadamente escondida”, pero a la vez fácil de encontrar, con la intención de que ese “hallazgo” les disuada de seguir buscando. Afortunadamente hasta ahora nunca jamás hemos tenido problemas en ese sentido. ¡Y esperamos seguir así por los siglos de los siglos!.



Viajes y tarjetas de crédito.
El dinero “de plástico” es el gran aliado de todos los viajeros. Hoy en día no se concibe movernos por el mundo sin llevarlas en el bolsillo. No es mi intención escribir aquí un compendio sobre las tarjetas de crédito sino aportar las experiencias que con su uso hemos ido teniendo en nuestros viajes.
Las tarjetas de crédito nos facilitan la vida hasta tal punto que en países como Francia, la necesidad de efectivo es mucho menos perentoria que en otros con un menor nivel de aceptación para realizar pequeños pagos.
Para movernos por esta Europa de nuestras entretelas viajamos, al menos, con tres tipos de tarjetas Visa distintas y una Mastercard, aparte de la de débito (Visa Electrón) para sacar efectivo de los cajeros.
En líneas generales podemos decir que actualmente no suele haber demasiados problemas para pagar indistintamente con una Visa o una Mastercard en la mayoría de países, pero sí que conviene llevar al menos una tarjeta de cada sistema para evitar desagradables sorpresas.
Recuerdo que en varias gasolineras de Noruega sólo aceptaban Mastercard, lo que hubiera sido un duro golpe para las reservas de efectivo de no haber previsto tal contingencia, pues ya sabemos que llenar el depósito zurra de lo lindo el bolsillo como para ir soltando coronas noruegas alegremente…
En Alemania, en algunos pequeños comercios y camping, sólo aceptan la “Maestro”. Ignoramos, no obstante, si las “Maestro 6000” españolas serán también operativas.
Tampoco estará de más ocuparnos que alguna de las tarjetas de crédito tenga un nivel de crédito un poco alto, por si hubiera necesidad de hacer frente a gastos imprevistos de gran importe. ¡No estamos libres de tener una avería de consideración estando de viaje!.
De cara a la seguridad y ante la eventualidad de una pérdida, robo o “tragamiento” de tarjeta por el cajero automático, también nos vendrá muy bien tener registrados en el móvil y en papel los teléfonos para la anulación de la tarjeta.
Y también es buena idea llevar convenientemente “camuflados” como números de teléfono los números de las tarjetas de crédito – sólo los que aparecen en el anverso de la tarjeta, no los códigos de seguridad de la barra magnética ni el pin secreto, por supuesto – Eso nos ayudará a “identificar” la tarjeta que deseemos anular, pues de lo contrario, cuando se tienen varias, quizás no sepamos cuál hay que dar de baja y puede que la persona que nos atienda por teléfono, al no saber la que hay que anular, dé de baja otra por equivocación o, lo que aún sería peor, ¡nos anulase todas las tarjetas que tuviéramos!. Algún caso conozco de algo así…
No está de más recordar que la mayoría de los seguros de asistencia en viaje incluyen una cobertura de adelanto de efectivo en ciertos casos. Estaría bien consultar el condicionado de nuestra póliza para saber a qué aternernos. Hay un montón de cosas que tenemos cubiertas y que ni siquiera sabemos...
Y hablando de seguridad, nos interesará tener un especial cuidado en no perder la tarjeta ni que nos la quiten, pues fuera de España muy raramente nos pedirán un documento de identificación al pagar. Evidentemente esa falta de comprobación facilitaría que los desaprensivos pudieran usar impunemente nuestra tarjeta. Ojo al dato, pues.
También hemos de ser cuidadosos y exigir siempre el resguardo de la compra y conservarlo en nuestro poder. Con ello nos protegemos ante una eventual reclamación y, por otra parte, evitamos que nadie pueda usar fraudulentamente el número de la tarjeta que aparece en el resguardo.
Y ya que estamos con el tema de la seguridad, no estará de más estar atentos en no perder nunca de vista la tarjeta al pagar. Cabe la posibilidad de que en algunos comercios poco escrupulosos se lleven la tarjeta al interior de la tienda con la excusa de que allí guardan el datáfono y entonces aprovechen la ocasión para “leer la banda magnética que guarda el pin secreto” con un aparato especial. Esa operación se hace en un momento y el comprador nada sospecha. Luego comprobará con espanto que su cuenta “se ha vaciado”…; afortunadamente nunca hemos sido víctimas de tales prácticas, pero no está de más redoblar la vigilancia y si el aspecto de la tienda o del/la dependiente no nos da buena espina, entonces evitar el uso de la tarjeta.
Un caso frecuente de “pérdida de vista” de la tarjeta suele darse en los restaurantes, al entregarla al camarero para el pago. Ciertamente ahí estamos “técnicamente” corriendo un riesgo, pero bueno, supongo que puede asumirse sin demasiados reparos, aunque posiblemente sería mejor cambiar de costumbres. ¡También abundan los “ladrones con buena pinta”!.
En Praga nos hemos encontrado una cierta picaresca en el pago con tarjeta. En algunos comercios que supuestamente aceptan las tarjetas resulta que al ir a pagar “el datáfono tiene problemas y no funciona”. Al final acabas pagando en efectivo. En un restaurante nos pegaron, sin avisar, un sablazo importante en forma de recargo por pagar con la tarjeta. Lo malo es que no advertimos el desaguisado hasta bastante tiempo después.
La solución en ese caso pasa por preguntar si el pago con tarjeta conlleva recargo. Si la respuesta es afirmativa, entonces hay que valorar si el recargo nos compensa el esfuerzo de pagar la cuenta en efectivo…
En la República Checa, salvo en Praga, y en Hungría en pocos comercios y restaurantes aceptaban tarjetas, por lo que al viajar a esos países id pensando en que poco aire les daréis, excepto en las gasolineras y comercios de postín.
Conviene desconfiar también de las “bacaladeras” para pagar con tarjeta, esos ya rudimentarios aparatos en los que se pone la tarjeta debajo de la hoja de papel de calco y se pasa una pieza por encima para “grabar” los datos de la misma. Luego el importe y el concepto se ponen a bolígrafo. Pues bien, si no queda otro remedio que pagar por ese sistema, sí que es muy adecuado “barrar” el importe en cifras, delante y detrás, para que así no se pueda añadir ningún otro dígito, teniendo además la precaución suplementaria de escribir, de vuestro puño y letra, la cifra en letras, aunque sea en español, porque toda precaución es poca.
Bueno, esperamos que esas “sugerencias de seguridad”, que son ni más ni menos las que nosotros observamos, os puedan ayudar a mejorar la seguridad, tanto en viajes como en el día a día. No obstante en páginas web dedicadas al tema seguro que aún encontraréis más y mejores ideas.
Dejando el tema de la seguridad y la picaresca, tampoco estará de más disponer de tarjetas que nos devuelvan un porcentaje de nuestras compras. En el mercado hay varias que no nos cobrarán comisiones. Entre ellas destaca la Visa Cepsa que devuelve el 5% de las compras en sus gasolineras y el 1% de las otras compras, excepto las realizadas en gasolineras  que no sean de su marca. Funciona tanto en España como en el resto del mundo, pero no nos servirá para pagar el combustible fuera de nuestras fronteras.
De cara a la planificación del viaje, “conocer de antemano” qué gastos podremos abonar con tarjeta nos ayudará mucho a diseñar nuestro itinerario. Sin ir más lejos el que un camping acepte tarjetas es un dato muy importante para nosotros y a menudo es un criterio determinante para elegir uno u otro. A fin de cuentas, al cabo del viaje, el importe de la estancia en los camping supone una cantidad importante del gasto total. Y así reducimos la necesidad de dinero en efectivo.
Afortunadamente hoy en día el pago con tarjeta en gasolineras está prácticamente generalizado, una circunstancia que nos facilita enormemente la vida.
Ahora bien, hay que tener en cuenta ciertas peculiaridades de algunos países. En Francia no podremos repostar en surtidores automáticos ni tampoco entrar en hoteles como los “Première Classe” o “Campanile” si no disponemos de una tarjeta con microchip incorporado. Afortunadamente para nosotros, ya empiezan a popularizarse en España.
No obstante, en los supermercados franceses con gasolinera (Intermarché, Atac, Champion, Carrefour, Auchan, etc.) podremos repostar sin problema y pagar con tarjeta cuando haya personal en ventanilla, pero no fuera de esas horas, pues como hemos visto, los sistemas automáticos no funcionan con las tarjetas que no lleven el chip incorporado..
En Francia debemos tener claro que la llamada “Carte Bleue” (CB) es la equivalente francesa de la Visa, por lo que donde acepten CB, aceptarán Visa también.
En Holanda, en cambio, repostamos sin problemas en una gasolinera automática –bastante más barata- con la tarjeta de débito sin chip, pues nos pidió el pin. En Suiza también hemos repostado en surtidores automáticos, por lo que está visto que el problema está en el sistema francés, que sólo funciona con el chip electrónico. Si vais a viajar por el extranjero, mejor es que antes de salir solicitéis a vuestro banco, al menos, una tarjeta con chip incorporado.
En Suiza ir a la compra a los supermercados suele ser un problema a la hora de pagar porque de manera más o menos generalizada no admiten ni Visa ni Mastercard, lo que implica tener que pagar en efectivo importes que no suelen ser pequeños. Eso sí hay que tenerlo muy en cuenta.
En fin, que pagar con tarjeta es comodísimo, pero está visto que hay que estar al loro de todas esas cosas, y alguna más, si no queremos tener más disgustos… ¡que pagar la cuenta!.




Las tarjetas turísticas.
Las tarjetas turísticas, sean del ámbito que sean, tienen la misión de facilitarnos la estancia en la ciudad, región o país en cuestión ofreciéndonos a cambio de un pequeño importe, transporte público gratuito o con importantes deducciones; entrada gratuita a museos y otras atracciones turísticas y un sinfín más de ofertas y ventajas.
Casi todas las grandes ciudades disponen de una: Paris Visite, Berlin Welcome Card, Copenhagen Card, etc. con distintas amplitudes (uno o más días consecutivos) y distintos servicios.
Copenhagen Card
Su validez suele empezar con el primer uso.
Que este tipo de tarjetas ofrecen multitud de ventajas no se discute, pero la pregunta del millón  es… ¿Interesa comprarlas?. Pues… ¡depende!. ¿Y de qué depende?, podríamos replicar. Pues depende fundamentalmente de lo qué queramos hacer y de qué manera en la ciudad en cuestión.
Como el concepto básico de las tarjetas turísticas es “transporte público gratuito+entradas a museos y atracciones gratuitas o con rebaja”, su compra dependerá por encima de todo de si nos conviene aprovechar las ventajas añadidas para museos y atracciones o no.
A fin de cuentas para el transporte público tenemos los pases para un día o más, bastante más baratos que estas otras tarjetas.
Así pues, a partir de nuestro plan de visita, si éste incluye museos y atracciones que estén incluidos en las ventajas de la tarjeta turística, entonces probablemente nos compense su compra. Para eso previamente tendremos que habernos buscado la vida averiguando qué ventajas nos puede aportar y si éstas nos apañan o no. Internet será el medio más habitual para ver lo qué cuestan las entradas y aclarar dudas, pero si necesitamos información más concreta, el e-mail al lugar en cuestión puede ser la mejor solución.
Una vez decidida su compra, nos convendrá saber dónde comprar la tarjeta turística, aunque es bastante habitual que en los camping cercanos a las grandes ciudades las vendan. De esa manera podremos aprovechar sus ventajas desde la misma llegada.
Tal es el caso del camping “Champigny Paris-Est” o el ”Parc de la Colline” (Torcy) que venden la “Paris Visite” y entradas a Disney, Parc Astérix, etc. o el camping de Potsdam que nos vendió la “Berlin Welcome Card”, eso sí, pagada en efectivo contante y sonante.
Compramos la Berlin Welcome Card para dos días, fundamentalmente porque incluía un descuento de 5 € para el bus turístico, que era más o menos la diferencia de precio existente con los dos pases de transporte público de un día que hubiéramos tenido que comprar de no haber cogido la Welcome Card. En ese caso, como pensábamos coger el bus turístico –en Berlín lo recomendamos encarecidamente- nos compensó. Y si además podíamos aprovechar el descuento en el “Museo del Muro” u otros que se terciasen, pues mejor que mejor.
Sin embargo no somos demasiado entusiastas de este tipo de tarjetas, salvo casos muy concretos, pues generalmente las diferencias de precio no suelen convenirnos.
Quizás la mejor experiencia que hayamos tenido con ellas haya sido la “Copenhagen Card”, fundamentalmente porque nos interesaron mucho varios museos de la ciudad: la gliptoteca, el museo del ámbar, el museo de los record Guinness y alguno más que ahora no recuerdo, pero que en nuestro relato del viaje a Dinamarca encontraréis ampliamente explicado.
La otra tarjeta de este tipo que brilla con luz propia es la “Great British Heritage Pass”. Este pase, que es personal y puede adquirirse por cuatro días, (esto es novedad), una semana, quince días o un mes, abre la puerta a cientos de castillos, palacios y propiedades del riquísimo y excepcional “Patrimonio Nacional Británico”. (Ver viaje GB ’97 e Inglaterra 2003). No es barata –realmente pocas cosas allí lo son- pero realmente compensa si os planteáis recorrer la geografía británica visitando sus maravillosos castillos, mansiones y palacios.  En la web www.visitbritain.com o en www.britishheritagepass.com encontraréis una amplísima información de qué propiedades incluye, algo genial para valorar su compra y planificar el viaje. Se puede comprar anticipadamente, pero lo mejor es hacerlo en la taquilla de la primera propiedad que visitéis. Habréis de pagar en efectivo y presentar los pasaportes, pues solamente se vende a turistas extranjeros. Buenísima.
Gales y Escocia tienen su propia tarjeta, bastante más barata que el “British Heritage Pass”, pero sólo interesarán si os vais a limitar a recorrer esas zonas, porque si no, la tarjeta general os hará más avío, pues incluye también la inmensa mayoría de las propiedades en suelo galés y escocés.
Lo que no creemos que resulte nada interesante, aún con una importante rebaja en el precio, es comprarla anticipadamente, pues está claro que es un riesgo que no compensará asumir.
En suma, la tarjeta turística es una opción que puede resultar muy favorable siempre y cuando nuestras necesidades se ajusten bien a lo que cada tarjeta nos ofrece. Desde luego no estará de más tenerlas en cuenta, que para decidir que no nos interesan siempre estamos a tiempo...



Los idiomas.
No sé si resulta muy justo achacar a la historia de la Torre de Babel la buena salud que gozan las academias y los cursos de idiomas a distancia, pero el caso es que para viajar allende nuestras fronteras no está de más “manejarse” con cuantos más idiomas mejor. En su defecto y como remedio para nuestros males siempre nos quedará recurrir al “lenguaje internacional de signos”. A fin de cuentas los turistas que nos visitan se apañan como pueden y sobreviven...
No obstante, para moverse regularmente fuera de España, está claro que conviene controlar mínimamente el inglés,  el idioma “universal” de nuestros días. El inglés, guste más o menos, es la llave que nos abre la puerta a la comunicación con un buen puñado de millones de seres humanos. Lástima que las lenguas extranjeras sean la ancestral “asignatura pendiente” patria, situación aún más dolorosa si cabe al ver como una gran parte de nuestros jóvenes, que después de más de diez cursos académicos de inglés ya les vale que sigan siendo en gran medida incapaces de entender y hacerse entender en dicha lengua. Que el sistema educativo y de enseñanza de lenguas es más que cuestionable a la vista está, pero que muchos no sean capaces de expresarse ni básicamente…
En fin, ya sabemos que eso es lo que hay, no obstante me gustaría animar a la gente a que viaje más por Europa y no se corte, sin que el desconocimiento de idiomas sea un freno para cruzar los Pirineos. ¿Cuántos turistas nos visitan y no pillan el castellano y, algunos, ni tan siquiera el inglés?. Y bien que vienen a disfrutar de nuestro sol…
Ciertamente los idiomas facilitan mucho la vida y también el disfrute del viaje, pero a falta de pan…
A mi me gustan mucho los idiomas, lo reconozco. Cuando empezamos a viajar por Francia y luego a Holanda, nuestros primeros países “de fuera”, nunca había tenido ocasión de “hablar” en otros idiomas que no fueran el catalán y el castellano. Estudié francés e inglés en la escuela y posteriormente mi afición a los cómics  y a la Fórmula 1 me llevaron a leer bastante en ambos idiomas, aunque sobre todo en francés, lo que me sirvió para adquirir un buen vocabulario.
Con ese bagaje y mucha “vergüenza” al principio, empecé a espabilar e intentar expresarme, primero en el país de Molière y luego en el de los molinos, cuyo “segundo” idioma es el inglés. Con los años y un poco de estudio y lectura, fui adquiriendo cada vez más fluidez y soltura y actualmente discuto  sin problemas en francés, me defiendo razonablemente en inglés y hasta hablo algo de alemán, en cuyo estudio estoy ahora metido. ¡Incluso ya los entiendo un poco y todo!.
Como me gustan las lenguas y la naturaleza me ha dado “oído”, también hago mis pinitos con el portugués, y el italiano, bastante más “fáciles”, porque a fin de cuentas somos latinos. La moraleja de todo esto es que, cuanto más practiquemos y menos corte nos dé “meter la pata”, más pronto que tarde acabaremos entendiendo y haciéndonos entender en la lengua que nos propongamos, porque para eso los “idiomas son acumulativos”… ¡Cuántas más lenguas conocemos, más fácil resulta aprender otras!.
De todas maneras “agenciarse” unas nociones básicas de inglés no vendrá nada mal a los que tengáis vocación de salir regularmente al extranjero. Para viajar con cierta “sensación de comodidad” tampoco es cosa de convertiros en expertos.
En la mayoría de las ocasiones será suficiente controlar un “vocabulario de viaje” lo suficientemente amplio como para haceros entender sin demasiados problemas, aunque sea “hablando en indio”. Y por supuesto, adonde no alcancen las palabras, llegará “el lenguaje internacional de signos”…; aunque, insisto, lo fundamental es no cortarse y tirar p’alante. En general un par de docenas de palabras del idioma del país que visitemos nos servirán. La gente siempre valora y agradece que intentes expresarte en su idioma aunque sólo sea para saludar o despedirse.
Para hacernos la vida un poco más fácil –a cambio de un poquito de estudio y dedicación- contamos con la inestimable ayuda de los libritos de “conversación”, esos de bolsillo en plan aprenda Vd a hablar….. en diez lecciones. En casa los tenemos para todos los gustos: francés, portugués, inglés, alemán, italiano, holandés, checo, húngaro…
Me gustan mucho y recomiendo entusiásticamente su adquisición. Ayudan a aumentar el vocabulario si ya se controla algo el idioma en cuestión, pero en su defecto, como incluyen la pronunciación “figurada” de las frases más usuales, son también estupendos para sacarnos de no pocos apuros en mil y una situaciones habituales en viaje.
Otra de sus ventajas es que nos permiten descubrir fácilmente las “palabras básicas” necesarias para movernos con soltura por esos mundos de dios, como son los saludos y despedidas o las palabras tales como “entrada”, “salida”, “atención”, “peligro”, “prohibido”, “abierto”, “cerrado”, “desvío”, etc. que viene de perlas saber de antemano. Luego, una vez allí, por pura deducción visual, aprenderemos muchas más.
Claro que entender a los “lugareños” ya es harina de otro costal, pero si al menos logramos hacerles entender lo que necesitamos o pedimos...
Junto con los libritos de conversación procuramos llevar siempre un pequeño diccionario de bolsillo de la lengua del país que nos acoge. Y, por supuesto, los llevamos siempre con nosotros en la mochila o en el bolso para cuando sean de menester, pues de poco sirve tenerlos guardaditos en el coche. ¡Anda que no nos han sacado veces de apuros!.
Un libro muy interesante para aprender cualquier idioma, con un método realmente sencillo, pero muy inteligente, es “Aprende un idioma en 7 días” de Ramón Campayo, publicado por la Editorial Edaf. El mismo autor tiene un libro específicamente dedicado al inglés.
El método que Campayo propone es muy simple e intuitivo y aunque tardemos más de una semana en hacernos entender por estos mundos de dios, lo cierto es que ofrece un planteamiento muy sensato al alcance de cualquiera, porque su método se basa, al menos en principio, en “hablar en indio” sin tapujos y sin cortarse, que es la forma de que, al menos, nos entiendan. Luego ya habrá tiempo para pulir el idioma. Realmente recomendable su lectura.
En Holanda y en el Flandes belga, así como en Finlandia o los países escandinavos, podéis dirigiros directamente a la gente en inglés, pues la mayoría de sus habitantes controla perfectamente el idioma (menuda envidia nos dan) y no les resulta ofensivo en absoluto que hablarles en su idioma sin preguntarles primero si hablan inglés.
Con los alemanes la cosa ya cambia un poco. De la gente de mediana edad para arriba es más raro que hablen inglés –con los jóvenes el problema es mucho menor- pero como son muy formales y respetuosos, a ellos es preferible preguntarles primero “Sprechen Sie englisch?”. Y si responden “Yes o “A little bit”, pues asunto resuelto. Lo malo es cuando nos dicen: “Nein”… precisamente por eso, porque me cansé de sus “nein”, empecé a estudiar alemán. Ya se sabe, si Mahoma no va a la montaña …;
No obstante, como norma de cortesía, insistiendo en lo ya dicho, recomendamos que, indiferentemente del país en el que estemos, procuremos controlar unas cuantas expresiones de saludo y agradecimiento como “Buenos días”, “Buenas tardes”, “Hola”, “Gracias”, etc.; La gente agradece de veras que muestres interés por su lengua y eso, sin duda, contribuye a hacer las relaciones personales más agradables, que es otra de las cosas buenas que tiene viajar… ¡ampliar conocimientos, experiencias y “horizontes”!.



DNI, pasaporte y otros documentos
El disfrute de un viaje no depende sólo de las cosas estupendas que hagamos ni de los lugares fantásticos que visitemos. El disfrute del viaje también depende de las experiencias que vivamos, buenas y no tan buenas. Por eso hemos de procurar que esas experiencias sean lo más positivas y agradables posible, que para sufrir no nos faltarán ocasiones...
Una de las mejores maneras de ayudar a que el viaje se desarrolle sin problemas está íntimamente relacionada con lo bien que hayamos previsto y preparado toda la documentación legal necesaria durante el periplo: documentos de identificación y acreditación personal, del vehículo, de la caravana, o de nuestro perro o animal de compañía, etc.
La cantidad de situaciones “problemáticas” con las que podemos toparnos en un viaje es tal, que toda precaución siempre será poca. Por supuesto el DNI es el documento de identificación fundamental y esencial para movernos por la Unión Europea. Para el resto de países, como bien sabemos, el pasaporte se convertirá en el protagonista, eso si además no nos exigen un visado. Por eso, fuera de la Unión Europea, hemos de informarnos primero en la embajada correspondiente de los documentos que se exigen para visitar el país elegido.
Claro que en nuestros viajes, nos valemos de ambos para reducir los enormes problemas que nos supondría la pérdida o robo del DNI estando en el extranjero. Es muy conveniente llevar ambos documentos con nosotros, no siendo imprescindible llevarlos encima a la vez. Los pasaportes, también de los niños, pueden quedarse bien guardados en la caravana. De esa manera evitamos, en caso de atraco, que nos roben toda la documentación.
Evidentemente, si optamos por llevarlos encima, nunca han de estar juntos. ¡Que no es cosa de perder la cartera o el bolso y quedarnos a dos velas...
Aunque cada vez es menos frecuente que al cruzar una frontera comunitaria nos pidan la documentación, siempre hay que llevarla encima. El verano pasado, en nuestra breve “excursión” a Polonia (Ver viaje a Berlín, 2007) los agentes polacos de Zgorzelec todavía nos solicitaron el pasaporte.
Y en Suiza los agentes fronterizos también son bastante pejigueras con el tema. Tengo entendido que en breve esas formalidades van a desaparecer, pero mientras tanto…;
Durante el viaje a Chequia tampoco estuvimos exentos de sobresaltos con el tema del pasaporte. Ni con las multas. Como es una cuestión ampliamente comentada en nuestro relato de ese viaje, a él os remitimos. (Ver viaje a Chequia y Hungría 2006)
Si el viaje nos coincidiera con la renovación del DNI y todavía nos dieran  provisionalmente el famoso “resguardo” (creo que actualmente ya se entrega el nuevo DNI en el mismo momento de la cita concertada, al menos en las grandes ciudades), hemos de tener muy claro que el papelillo de marras carece de validez en caso de que un agente de la autoridad nos exija que nos identifiquemos. En ese caso el pasaporte sería el único medio válido.
Si viajamos con menores que no sean nuestros hijos, es muy conveniente llevar con nosotros un documento de autorización a nuestro favor firmado por sus padres o representantes legales, junto a una fotocopia de su DNI. A veces no somos demasiado conscientes de los problemas que no hacerlo puede acarrearnos. El menor puede causar daños, sufrirlos, puede perderse... en fin todas esas cosas que nunca quisiéramos que ocurriesen, pero que desgraciadamente suceden de vez en cuando. Y no es cosa de que nos pillen con el carrito de los helados...
Para movernos por la Unión Europea y países con concierto, nuestro permiso de conducir será totalmente válido, pero en el supuesto de visitar otros países fuera de ese ámbito, puede que necesitemos obtener el “permiso de conducir internacional”. Si hay dudas, lo mejor es informarse en la web de la embajada o en la web de la oficina de turismo del país en cuestión.
El mismo razonamiento vale para el visado que se necesita para entrar y salir de determinados países, Rusia entre ellos. Normalmente hay que pedirlo con antelación en la embajada o consulado del país que pensemos visitar. Y pagar la tasa correspondiente.
En el caso ruso se puede obtener información en su web http://madrid.rusembassy.org/rusvisa.html ; En cualquier caso este tipo de trámites burocráticos justifican la preparación de los viajes con tiempo suficiente, pues de lo contrario seguramente no podamos llevar a cabo la visita deseada.
Preparando el viaje al Cabo Norte y aprovechando la estancia en Helsinki, nos planteamos la posibilidad de hacer una excursión de un par de días a la sugerente San Petersburgo (Rusia), -que está casi a un tiro de piedra- pero no con la caravana, sino en tren y hotel. Mientras tanto dejaríamos la caravana en Finlandia esperando nuestro regreso.
Finalmente entre los engorrosos trámites burocráticos, el elevado coste de la estancia y desplazamiento, la poca disponibilidad de días libres y los reparos que teníamos en términos de seguridad y de idioma al movernos por libre nos hizo desechar la idea hasta mejor ocasión. Rusia por libre no nos seduce lo más mínimo.
Como precaución tampoco está de más hacer fotocopias de las facturas de compra de los aparatos electrónicos que llevemos: cámara de fotos, cámara de vídeo, ordenador portátil, etc; nunca se sabe lo pejigueras y tontos que se pueden llegar a poner los aduaneros…
Y para terminar estas reflexiones no quisiéramos dejar de señalar que no os olvidéis de llevar y guardar, en la caravana, autocaravana o coche, una fotocopia, -mejor a color- de toda la documentación esencial del vehículo, caravana, y de todos los “viajeros”. En caso de extravío o robo puede ayudar mucho a facilitar los trámites para su recuperación o nueva emisión y, en ciertas ocasiones, “acreditar” que los teníamos  si nos exigiesen su presentación.



Seguros Sanitarios
en la Unión Europea y resto del mundo.
Está claro que nadie tiene intención de ponerse malo cuando sale de viaje, pero lo cierto es que esas cosas pasan y en nuestra mano está hacer que esos molestos contratiempos “molesten lo justo”. Y lo mismo vale para los trastornos leves como para los graves.
Quizás algo que no siempre se tiene presente cuando se viaja es que realmente estamos bastante más protegidos de lo que creemos. Si tenemos necesidad de recibir asistencia sanitaria en viaje, no sólo podemos recurrir a lo manido, o sea a la Seguridad Social española o la del país con quien tenga concierto, sino también al seguro sanitario privado si es que tenemos contratada una póliza de ese tipo, o al seguro de asistencia en viaje de nuestro vehículo, que incluye no pocas coberturas de carácter sanitario, entre los cuales se encuentra la localización de medicamentos, por ejemplo.
Tarjeta sanitaria europea
¿Quién no tiene hoy en día una póliza de asistencia en viaje?. Pues casi nadie. Luego eso quiere decir que, en función de la póliza contratada, tendremos más o menos coberturas, pero en todas se incluye la asistencia sanitaria para todos los ocupantes del vehículo asegurado. Ciertamente esas coberturas suelen tener un alcance económico limitado, pero para cosas de poca monta pueden sernos muy útiles, especialmente porque con una simple llamada, recibiremos asistencia.
¡Lo mejor es que nos pillemos la póliza por banda y nos la leamos para saber qué nos ofrece!. Además haciéndolos podremos “sentirnos especiales” porque seremos de los pocos seres humanos que nos la habremos leído, je, je… ; ya veréis como estaréis asegurados de cosas inimaginables…
Lo mismo ocurre con las pólizas “multirriesgo del hogar”. Muchas cubren riesgos fuera del domicilio, un atraco por ejemplo o la pérdida de llaves…; Hala, otra póliza más a leer…
La Tarjeta Sanitaria Europea. Para viajar por España nos bastará la tarjeta sanitaria de la Seguridad Social para tener derecho a asistencia sanitaria en todo el territorio nacional, pero si viajamos a países de la Unión Europea (Incluidos Noruega y Suiza) necesitaremos solicitar previamente la Tarjeta Sanitaria Europea, valedera por un año, para cada viajero. Ella es la que nos dará acceso a los sistemas públicos de sanidad de los otros países.
La Tarjeta Sanitaria Europea es gratuita y se expide en las oficinas del INSS. La entregan en el acto llevando las tarjetas sanitarias de toda la gente para la cual se pide su emisión.
Su uso en los países de destino depende de las condiciones particulares del país o países a visitar. Si no la entregan directamente, pedid en el momento de la emisión de la tarjeta que os faciliten las hojas informativas donde se explican los procedimientos a seguir en cada país,  En algunos es posible que os pidan una pequeña cantidad de dinero por cada acto médico, cantidad que luego es reembolsable en España.
En cualquier caso antes de viajar es muy conveniente informarse bien de las condiciones y procedimientos a seguir en todos los países que vayáis a visitar. Sin ir más lejos, siempre llevamos en la mochila de viaje una fotocopia de esa hoja informativa por si hubiera que echar mano de ella. Hemos de pensar que, quizás, tengamos que tomar decisiones rápidamente o en condiciones muy poco agradables para pensar con calma…
Por supuesto ante cualquier emergencia una posibilidad siempre a mano es llamar al 112, el número internacional de emergencias, -funciona aunque el móvil no tenga dinero ni cobertura o batería cargada- pero si vamos bien informados igual no nos resultará necesario. Esperemos.
Si disponemos de un seguro médico privado, también deberemos informarnos previamente en la Compañía de Seguros a qué coberturas tenemos derecho en el extranjero, si es que fuera así, pues pueden ser muy variadas. En caso de estar asegurados, es una excelente idea grabar en el móvil el número de teléfono –nacional y desde el extranjero- para avisar en caso de siniestro.
Si pensamos viajar a un país no incluido en ninguno de los anteriores sistemas, quizás no nos quede otro remedio que contratar un seguro de viaje que nos cubra tal contingencia. Una vez más, cuidar la preparación del viaje nos ahorrará muchas complicaciones.
Por último, si viajamos acompañados de personas que no son de la familia o con niños ajenos, deberemos asegurarnos de que también lleven consigo su tarjeta sanitaria, nacional o internacional. Y la misma documentación que llevemos para nosotros, por supuesto.



Los seguros de responsabilidad civil de la caravana.
La caravana y los remolques, como vehículos rodantes, están obligados a tener, al menos, un seguro obligatorio de responsabilidad civil y también una carta verde para circular por determinados países.
El tipo de seguro de responsabilidad civil dependerá de las características técnicas del remolque.
Si no alcanza los 750 Kg de masa máxima autorizada (MMA), dato que se puede ver en la ficha técnica, no estará obligado a tener un seguro de responsabilidad civil propio y bastará con tener la precaución de incluir explícitamente el uso de remolques en la póliza del coche o vehículo tractor.
Si supera ese límite que es lo más habitual en caravanas de tipo mediano y grande, además de tener que llevar su propia matrícula roja –lo que también implicará estar sujetos al Impuesto Municipal de Vehículos- en tal caso deberemos contratar una póliza de responsabilidad civil en exclusiva para la caravana o remolque, para cubrir su responsabilidad en circulación, sin que ésta pueda incluirse en la del coche como las de menos de 750 kg/MMA.
Ese es un detalle importantísimo y de una enorme trascendencia económica, pues si no estuviéramos debidamente asegurados, en caso de siniestro, podríamos tener gravísimos problemas para nuestro bolsillo, lo que no siempre se tiene en cuenta.
Sin embargo hay otra cuestión a resolver no menos importante: la responsabilidad civil de la caravana o remolque “en estática”, o sea cuando permanece desenganchada del vehículo tractor, en un camping, por ejemplo.
Tendemos a pensar que, una vez desenganchada, ya no hay ningún riesgo, pero no es cierto. No sería la primera caravana que estando paradita en su parcela, por cualquier motivo, se hubiera desplazado causando daño a personas o a otras caravanas. Y eso puede que sea una situación menos frecuente, pero tampoco estamos exentos de que la caravana, por una fuga de gas, pueda explotar… o incendiarse y que, por ello, se prendan también los avances y caravanas vecinas. Y hemos de tener muy presente que en todos esos casos, nosotros seríamos los responsables de todos los daños a terceros…;
Para asegurar el riesgo de responsabilidad civil de la caravana o remolque “en estática”, tenemos dos opciones: si somos titulares del carné internacional de camping expedido por la FECC, entonces somos también beneficiarios de un seguro de responsabilidad civil de hasta 2,2 millones de francos suizos (aproximadamente 1,5 millones de euros o 250 de las antiguas pesetas) por la práctica del campismo.
En cambio, si no estamos federados o consideramos que esa cobertura es insuficiente, entonces tendremos que contratar un seguro privado que cubra la responsabilidad civil de la caravana o remolque en estática, que haberlos, haylos.
Por supuesto, aparte de los necesarios seguros de responsabilidad civil, tanto en circulación como en parado, también tenemos a nuestra disposición los seguros que cubren los daños a la propia caravana, -los famosos “Todo riesgo”- pero eso ya depende del valor de la caravana, de su edad y las ganas de cada cual.
Y para terminar el tema de los seguros aplicables a nuestra caravana o remolque, nos queda aún por ver el de asistencia en viaje de la caravana, pero dada su trascendencia para el buen desarrollo de nuestro viaje, le dedicaremos un apartado para él solito.



Los seguros de asistencia en viaje
del coche y la caravana.
El seguro de asistencia en viaje para el coche y otros vehículos tienen una amplia difusión y hoy en día raro es el vehículo que su seguro no incluya esa cobertura. Sin embargo lo que ya no es tan “normal” es que la mayoría de la gente “sepa todo lo que nos cubre”.
Y tampoco es habitual entre los caravanistas caer en la cuenta de que el seguro de asistencia en viaje del coche –que cubre la asistencia al remolque si el coche sufre algún problema-  deja de hacerlo si el problema es propio del remolque o de la caravana. En ese caso habrá que contratar un seguro de asistencia propio del remolque, pero más adelante trataremos este tema con más detalle...
"Pinchazo" en ruta. Gajes del oficio.
Al tratar el tema de los seguros sanitarios en viaje, ya hemos mencionado que una de las coberturas que suele incluir el seguro de asistencia en viaje, dependiendo de cada compañía, es un cierto nivel de protección, -a menudo insospechado-, en caso de enfermedad: asistencia sanitaria, dental, hotel para acompañantes, traslados, etc.; en casos peores, como sería una defunción, suele incluir la repatriación del cadáver y otras ayudas para los familiares.
Pero no acaba ahí la cosa, por eso lo mejor es leerse el condicionado de la póliza y aprender todo lo que tenemos a nuestra disposición por si fuera de menester: ayuda en pérdida de llaves o documentación, préstamo de efectivo en caso de robo, coche de alquiler en caso de avería o accidente y muchísimas cosas más.
Lo más frecuente y cotidiano para el coche o autocaravana es el uso de la grúa en caso de avería o accidente o el cambio de una rueda, pero una cobertura crítica que hay que comprobar bien si nuestra póliza incluye o no y en qué supuestos y condiciones, es la llamada “repatriación del vehículo”.
De todas maneras antes de ver con más detalle el asunto de la “repatriación”, no estará de más estudiar detenidamente el alcance de la cobertura de grúa. Lo principal es que cubra desde el km. 0, o sea desde casa, pero tampoco hay que echar en saco roto la cuestión del “límite económico”.
Puede ser que la cobertura cubra sólo hasta el taller más próximo al lugar del siniestro o que la póliza estipule una cantidad de dinero como máximo para cubrir los gastos de la grúa. En ese caso deberemos pensar si tal límite es suficiente para hacer frente a un posible imprevisto con las tarifas de mercado vigentes o si no, pensar en cambiar la póliza a otra que tenga mayores coberturas.
Por lo tanto una buena póliza de asistencia en viaje debe cubrir bien el uso de grúa y ofrecer, como complemento, coche de alquiler si la reparación dura más de un cierto tiempo y alojamiento para los ocupantes del vehículo siniestrado.
Hemos tenido varias experiencias en Francia y Gran Bretaña con el servicio de grúa. Por supuesto ahí el teléfono móvil juega un papel esencial, por lo que conviene llevarlo siempre con batería cargada y saldo suficiente si es de tarjeta prepago, que nunca se sabe cuándo habremos de usarlo. Por eso mismo es muy apañado tener debidamente registrados en el móvil los teléfonos de la aseguradora de asistencia en viaje, en España y desde el extranjero.
Si tenéis que llamar a un número de teléfono francés, es importante recordar que el primer “0” de su numeración no hay que marcarlo desde nuestros teléfonos.
En caso necesitar grúa, primero hay que ponerse en contacto con la compañía y comunicarles el siniestro.  Ellos nos indicarán el proceso a seguir y en la mayoría de las ocasiones nos enviarán una grúa, excepto cuando estemos circulando por una autopista de peaje…; en ese caso la cosa se complica porque resulta que las concesionarias de las autopistas de peaje tienen en exclusiva el servicio de grúa en sus dominios.
Eso significa que nuestra compañía no podrá mandarnos la grúa directamente sino que nos tocará ir andando a uno de los postes de SOS de la autopista a pedirla… o sea, una faena gordísima, porque suelen estar, con suerte a unos 2 km. de distancia entre sí. Por supuesto, en caso de “paseo forzoso” nunca nos olvidemos de ponernos el chaleco reflectante, eh.
Pues bien, una vez avisados –dependiendo del país, el idioma sí puede ser un problema- nos mandarán la grúa. Si disponemos de GPS podremos darles nuestra situación exacta lo que ayudará a que nos localicen en el menor tiempo posible.
Al llegar la grúa, seguramente vuestra compañía ya os habrá advertido que hay que llamarles (o te llaman ellos) para confirmar si la grúa de la autopista acepta pasarles a ellos la factura directamente o, si no, ya sabemos que nos tocará adelantar el dinero y luego reclamarlo a la aseguradora. Ese es el peor de los casos, claro, lo que nos recomienda, al tiempo, recordar de llevar siempre encima una cierta cantidad de dinero en efectivo. La última grúa en francia, ver viaje a alsacia 2006, costó más de 200 euros. Afortunadamente lo pagó directamente la compañía.
Al hilo de lo anterior, una buenísima idea es tener la previsión de anotar el número de teléfono de la asistencia en viaje de la autopista por la que circulemos. No todas lo anuncian, pero por ejemplo las autopistas y autovías portuguesas tienen cartelones enormes con su número de teléfono. Si hemos sido precavidos, en caso de percance, nos ahorraremos un problema y ganaremos tiempo…
Sobre todo viajando al extranjero, la “repatriación del vehículo” es una cobertura fundamental, pues si la avería o el accidente es muy importante y requiere varios días de reparación, en ese caso nos lo llevarán a nuestro país. ¿Os imagináis un percance de ese tipo en los fiordos?. Pues bien, después de todos estos comentarios, ahora llegamos al punto clave…
¡El seguro de asistencia en viaje propio de la caravana!.  Puede que penséis, con buen criterio ciertamente, que el seguro del coche cubre el traslado de la caravana y, en tal caso, para qué narices haría falta una póliza exclusiva para la caravana o remolque.
El razonamiento es que, en efecto, el seguro de asistencia del coche cubre el traslado de la caravana… ¡cuando el vehículo averiado es el propio coche!. Si el problema está en la caravana, entonces  “naranjas de la China”… y nos quedaremos en la cuneta con cara de panolis, obligados a soltar dinerito contante y sonante a espuertas para salir del trance…
Eso fue precisamente lo que nos pasó a la vuelta de Inglaterra en 2003. Al llegar a un  camping próximo a Angoulême, ¡menuda suerte tuvimos!. El rodamiento derecho de la caravana dijo basta y, además, se rompió el eje. Como no sabíamos lo del seguro propio de la caravana, pues podéis imaginaros… la historia, dolorosa y afortunada a la vez, la podéis leer en el relato del viaje a Inglaterra-Gales 2003.
La consecuencia lógica de todo eso fue llegar a casa y contratar, de inmediato, el seguro de asistencia en viaje para la caravana. La tenemos asegurada en la compañía ARAG y la prima no llega a 20 € al año. Todos nuestros amigos campistas, por supuesto, ya tienen la suya. Y es que cuando las barbas de tu vecino veas pelar…
Como las coberturas más necesarias para la caravana son la grúa, la repatriación, y la protección de los ocupantes en caso de siniestro, comprobad que la póliza de vuestro interés cubra bien esas garantías. Por supuesto las coberturas serán las mismas que la del seguro del coche, lo que hay que tener en cuenta por si necesitáis echar mano de alguna.
Resumiendo... ¡A por el seguro de asistencia en viaje para vuestra caravana…!


¿Cómo nos ayuda el teléfono móvil en viaje?
¿Cómo nos puede ayudar el móvil estando de viaje?. A pocos se nos escapan las ventajas que la generalización del teléfono móvil ha supuesto para los viajeros en general y los “independientes” en particular.
Hablar con familiares y amigos sin depender de teléfonos públicos y tarjetas telefónicas es el uso más habitual y lo más cómodo, eso ya pasó a la historia, pero también sabemos de su eficacia en situaciones de emergencia para llamar a la policía, a la grúa o a la compañía de seguros. No obstante hay aspectos y ventajas que ya no son tan conocidas por todos. Vamos a verlas.
El móvil resultó decisivo rumbo a Alsacia 2006...
Recordemos que el número de teléfono mundial para emergencias es el 112 y al que nuestro móvil siempre podrá llamar aunque carezca de saldo o batería.
Desde luego, en nuestro caso, mucho le debemos al móvil. Y mucho ha llovido desde aquel ya lejano abril del 97, cuando una avería en el coche nos dejó tirados en medio de ninguna parte de los alrededores de Valencia y no me quedó otro remedio que andar un buen trecho, casi de noche, hasta localizar una casa donde gentilmente, menos mal, me dejaron llamar al seguro. Ese fue “el empujón” decisivo que nos animó a contratar uno de aquellos gigantescos Nokia que ahora se nos antojan casi antediluvianos. Desde aquel acceso al “último berrido tecnológico del momento”, no nos han faltado ocasiones para alegrarnos de la decisión tomada…
Aunque sea de Perogrullo decirlo y para que el cacharro en cuestión esté siempre a punto para sacarnos de cuantos apuros sea menester... ¡recordemos que siempre hemos de llevar el cargador con nosotros y no andar nunca justos de batería en viaje!.
Y es que el artículo 26 de la Ley de Murphy dice que siempre que vayamos a necesitar el móvil para un asunto urgente estará la batería descargada o careceremos de saldo si es de prepago o no tendremos a mano el número al que queramos llamar. Así pues habrá que andarse al loro para no tener que darle la razón al aguafiestas de Murphy...
Otra de las cuestiones que hay que cuidar muy bien yendo de viaje, no tanto en la práctica del campismo, sino ante la eventualidad de viajar facturando el equipaje, es de tener la precaución de llevar los cargadores de todos los aparatos eléctrónicos (móvil, cámaras, pda’s, etc.) en el equipaje de mano. De esa manera evitaremos que, ante una hipotética pérdida del equipaje, nos quedemos sin posibilidad de recargar las baterías… ¡porque seguro que nos va a hacer falta!.
En caso de viajar a países con enchufes distintos a los nuestros: Gran Bretaña, Francia, Suiza o Estados Unidos, es siempre buena idea llevar con nosotros los adaptadores de enchufe necesarios, que generalmente se encuentran aquí sin demasiada dificultad. De otra manera no tendremos posibilidad de recargar nuestros aparatos electrónicos al llegar a destino.
Obviamente tal cosa es más trascendente si no viajamos con nuestro elemento de acampada, -ya que en ese caso podremos utilizar los enchufes de la caravana o autocaravana- pero no hemos de bajar la guardia y confiarnos porque en muchos camping suizos, por ejemplo, no disponen de enchufes azules “europeos” y hay que usar un adaptador para dar luz a nuestra casita rodante. Y no en todos los camping disponen de adaptadores para prestar…
En Gran Bretaña todos los camping que hemos visitado –y son unos cuantos- disponían del enchufe “europeo”. En Francia simplemente deberemos procurarnos -si el enchufe de nuestro cable no lo lleva ya- un adaptador con un “agujerito” entre los dos bornes para alojar el pitorro que tienen las bases de enchufe en el país vecino. ¡Todavía me acuerdo de la desesperación de unos paisanos en el camping de Paris porque no podían enchufar su cable por culpa del pitorrillo de marras. En la recepción del camping habían agotado los adaptadores…!
Otra excelente idea para que no nos pille el toro en el momento más inoportuno y que, de paso, nos evitará la necesidad de comprarnos un cargador de móvil para el coche, es adquirir un transformador de 12v a 220v y llevarlo siempre en el vehículo. Gracias a ese práctico aparato, dispondremos de corriente a 220 v. para lo que sea de menester simplemente enchufándolo a la toma del encendedor de nuestro vehículo.
El “Roaming”. Aunque tenemos entendido que los nuevos móviles ya vienen con el servicio de “roaming” activado “de fábrica”, conocemos varios casos de gente que se marchó alegremente fuera de España sin haberse preocupado de saber si lo tenía o no disponible y luego se encontraron con la desagradable sorpresa de no poder usar su móvil durante su estancia en el extranjero.
Así que si alguien tiene dudas de que su móvil está preparado para funcionar allende fronteras, no tiene más que preguntarlo a “Atención al cliente” de su operador. Dar de alta el roaming es gratuito. Hace años la activación no era inmediata, ahora no lo sé, pero mejor es que no lo dejemos para el último día, por si acaso.
Si pensamos viajar a países “exóticos” o que no sean de la Unión Europea, conviene preguntar a nuestro operador si nuestro teléfono está preparado para funcionar en esos países. Al menos sabremos a qué atenernos. Y tampoco estaría de más comprobar que la información que nos han suministrado en “atención al cliente” es correcta a base de llamar dos o tres veces a ver si en todos los casos coincide la explicación…; teniendo en cuenta que son preguntas poco habituales, no sería raro que el/la operador/a que nos atienda no lo tuviera muy claro y por eso las respuestas no siempre son todo lo fiables que quisiéramos. Dada la importancia del tema, toda precaución es poca.
Una vez “salvadas” las cuestiones de carga de batería y de roaming, pasemos a ver las mil y una cosas que el móvil puede hacer por nosotros durante el viaje:
Llamar al seguro de asistencia en viaje, a los camping para preguntar a qué hora cierran la recepción, a las atracciones que pensemos visitar para confirmar días de apertura y horarios y, en general, a cualquier persona o lugar que nos pueda sacar de un apuro.
Quedar con nuestros amigos para reencontrarnos cuando hayamos hecho alguna actividad por separado.
“Localizar” a uno de la panda si lo damos por “perdido”…
Si el móvil lleva cámara incorporada, hacer fotos en caso de accidente, avería o ante cualquier cosa que requiera poderse “demostrar” ante una eventual queja o reclamación.
Llevar bien registrados en la agenda los números de teléfono más importantes en caso de urgencia: los de los seguros, los de la anulación de las tarjetas de crédito, el número del Instituto Nacional de Toxicología (0034915620420), -nunca se sabe qué nos puede pasar- los de la embajada de España en el país de destino, etc.
Procurar llevar siempre un par de móviles en el grupo de viaje. Ya sé que eso es fácil de cumplir, pero tampoco sería raro lo contrario…;
Otra de las cosas que me han contado es que, si nos dejamos las llaves del vehículo en su interior, antes de llamar al servicio de asistencia en carretera –que vendrá y nos abrirá la puerta- tenemos otra posibilidad más fácil si en nuestro domicilio ha quedado una llave de repuesto con mando a distancia. Si desde casa alguien nos puede accionar el mando juntándolo a su teléfono mientras nosotros nos ocupamos de acercar el móvil a unos 20 cm. de la puerta del coche… ¡dicen que se desbloquean las puertas!. No lo he comprobado, pero como dije antes… ¡será cosa de probarlo!.
El IMEI. Y hablando de seguridad. ¿Habéis oído hablar alguna vez del IMEI?. Pues bien, el IMEI es el número de serie propio de cada móvil. En caso de robo o extravío, bastará con llamar al operador de cada uno y pedir que den el móvil de baja facilitando el IMEI. Eso inutilizará el móvil definitivamente y nadie podrá usarlo más. Al menos fastidiaremos al ladrón. Claro que tampoco conviene precipitarse dándolo de baja ante una supuesta pérdida… no sea que fuera a aparecer el puñetero cacharro. En la caja del móvil viene el famoso IMEI, pero si no, marcando la secuencia *#06# ,sin dar a la tecla de llamada, nos aparecerá el número del IMEI. Bastará con llevarlo anotado en un lugar seguro y así evitaremos que nos desvalijen la cuenta usando de gorra nuestro móvil.
En fin, estando de viaje el móvil es uno de los mejores amigos que tenemos. Y ahora que encima hacen de todo –algunos hasta sirven para llamar por teléfono- pues qué más queremos: bluetooth, gps incorporado, mp3, vídeos, fotos, y mil cosas más. Aprovecharlas a fondo es asunto nuestro.


¿Cómo nos ayudan los walkie-talkie en viaje?.
Aunque su uso está poco extendido, los walkie-talkie son una eficaz y barata solución para estar en comunicación durante los viajes cuando viajamos en grupo.
Si viajamos juntos dos o más vehículos, los walkies nos permitirán estar comunicados sin necesidad de recurrir al caro móvil. Gracias a ellos podemos preguntar si paramos en un momento o lugar determinado o hacer saber cualquier cosa al resto de nuestros compañeros de viaje.
Y si viajamos más de dos coches, es buena idea que uno lo lleve el coche-guía y el otro el coche-escoba, así mantendremos “al rebaño” lo mejor organizado posible.
Durante las visitas turísticas, si el grupo debe dividirse por algún motivo, los walkies también son de gran ayuda para “mantener la comunicación”, facilitando el reencuentro.
En fin, un recurso tecnológico a nuestro alcance y cuyo precio, cada vez más asequible, lo hace altamente recomendable a poco que se viaje con cierta frecuencia.


El botiquín de viaje.
De la misma manera que no deseamos que nos haga mal tiempo durante el viaje, tampoco nos gustará nada que la salud se nos complique durante el periplo.
Sin embargo no podemos descuidarnos porque nadie está libre de sufrir desde un simple rasguño o dolor de cabeza a algo mucho más serio.
Evidentemente si la dolencia en cuestión requiere el concurso del médico, estaremos hablando ya de palabras mayores y, como tal, deberemos echar mano de la asistencia sanitaria que tengamos concertada. Ver el apartado Seguros sanitarios en la Unión Europea y resto del mundo, pero para el resto de “apuros” nos vendrá de perlas tener un botiquín de viaje bien surtido en la caravana o en el vehículo. Ventajas del campismo, que nos permite ir por el mundo “preparados para la vida moderna”.
Afortunadamente hasta la fecha nunca hemos tenido necesidad de recurrir a la asistencia médica fuera de España y esperamos seguir así por los siglos de los siglos. Sin embargo, gracias a nuestra “farmacia ambulante” sí que hemos logrado salir adelante de pequeños arrechuchones. ¿A quien no le ha dolido la cabeza, se ha dado un golpe, se ha ido por la patita abajo o se ha hecho un herida estando de viaje?.
Por eso nos interesa llevar en el botiquín, ya que en la caravana no tenemos problemas de almacenaje, los medicamentos y utensilios de uso más frecuente. Aunque está claro que automedicarse no es nada recomendable, no es menos cierto que, dadas las circunstancias del viaje, disponer de remedios a mano para trastornos muy leves: décimas de fiebre, un catarro, desinfección y cura de pequeñas heridas, picaduras de insectos, etc. nos vendrá fenomenal.
Tampoco hemos de olvidar de llevar siempre con nosotros los medicamentos que estemos tomando en ese momento. No sería la primera vez que eso le pasara a alguien de nuestro círculo más cercano…
Y por último confiemos en que que el botiquín vuelva a casa intacto, tal y como salimos con él de viaje...